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El hombre que se niega a mostrar la cara en internet (y lleva 25 años lográndolo con éxito)

Tiene más de 3.000 amigos en Facebook y comparte todo: lo que cocina y a dónde se va de vacaciones, por ejemplo. Pero en internet no hay ni una sola foto de Jonathan Hirshon. Tiene una cruzada por el anonimato facial en la red.

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A inicios de este mes, Facebook anunció que usaría tecnología de reconocimiento facial para permitirles a los usuarios saber cada vez que una foto en la que ellos aparecen sea publicada en la red social.

Esa función sería extremadamente útil para un hombre en particular.

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Su nombre es Jonathan Hirshon y se dedica a las Relaciones Públicas. Y por 20 años ha logrado mantenerse anónimo en la red social.

Hirshon tiene más de 3.000 amigos en Facebook y regularmente actualiza su perfil con información personal, ofreciendo detalles como a dónde irá de vacaciones, lo que cocinó para la cena y su estado de salud.

Pero lo que este hombre nunca ha compartido en la red social o algún otro sitio en internet es su foto.

Es, de acuerdo con sus propias palabras, su manera de "gritarle al mundo que tengo privacidad".

"Decidí compartir virtualmente, en las redes sociales, todo sobre mi persona, excepto mi rostro. Mi cara es mi esencia y de lo que se trata es de negarme a renunciar a la última pieza de información identificable que puedo controlar", explica.

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En busca de más control

Uno de los grandes debates de 2018 será sobre nuestra información personal: cómo la compartimos, qué es lo que Facebook, Amazon y Google hacen con ella y qué debería pasar cuando es robada o hackeada.

Parte de esa discusión formará parte de las nuevas y estrictas normativas de la Unión Europea que entrarán en vigencia en mayo, las cuales tienen como objetivo devolverles a los ciudadanos el control de su información.

Algunas personas creen que la Regulación General de Protección de Datos (GDPR, por sus siglas en inglés: General Data Protection Regulation) transformará los datos personales en una mercancía, una materia prima tan valiosa como el petróleo, y que hará que los ciudadanos puedan compartir y vender para su propio beneficio.

Hirshon quiere que Estados Unidos implemente leyes similares, pero no está claro que eso vaya a llevar a que la gente se haga rica con su propia información.

"Estoy totalmente a favor de eso, pero para lograrlo la gente tendrá que cambiar totalmente la forma como piensa cuando usa las redes sociales", apunta.

"Ahora mismo, las disfrutamos como un servicio totalmente gratis que se financia gracias a anuncios publicitarios dirigidos específicamente a nosotros porque esos servicios saben mucho sobre nosotros", explica.

"Hasta que llegue el momento en que decidamos pagar por esos servicios, cuando tengamos la opción de mantener nuestros datos de forma privada y de monetizarlos nosotros mismos, la idea se mantendrá sólo como eso: una idea", valora Hirshon.

"Una ilusión"

Hirshon es muy consciente de que internet es el lugar menos anónimo sobre la Tierra.

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"La privacidad es una ilusión: la realidad es que a medida de que usted navega por internet, va dejando huellas en todas partes", dice.

Hace 25 años, cuando internet estaba en pañales, Hirshon tomó "una decisión muy consciente": no tener una foto suya en la web.

"Empezó como un juego, para ver por cuánto tiempo lo podía hacer", dice. "Y 25 años después, todavía le funciona".

Claramente disfruta el estatus de ser el misterioso hombre de internet.

"Cuando la gente me pregunta por qué lo hago, les doy cuatro opciones:

  1. Soy tímido
  2. Solía trabajar como espía
  3. Estoy en el programa de protección de testigos
  4. Todas las anteriores

Me rehúso a confirmar o negar cuál es la verdadera".

"Los datos son poder"

En una conferencia reciente sobre el tema, el vicedirector de privacidad de Facebook, Stephen Deadman, describió el GDPR como el cambio más grande llevado a cabo en la red social desde su fundación.

Julian Saunders, el presidente ejecutivo de datos personales de PORT.im, dijo: "Este es un cambio masivo y abrumador en lo que se refiere a la relación entre los negocios y las personas".

"Los datos son poder, lo cual es algo que las compañías conocen desde hace mucho tiempo. Ahora, el arranque está en el otro pie", explicó Saunders.

"Los individuos estarán en una mejor posición para saber en dónde es usada su información y con quién está siendo compartida", aseguró.

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Y, cada vez más, nuestros rostros se están convirtiendo en parte de nuestra huella de datos personales.

El reconocimiento facial se ha usado en Facebook desde 2010 para identificar y etiquetar a los usuarios.

Las compañías de tarjetas de crédito están buscando que los selfies les permitan a los consumidores comprar cosas, mientras que las escuelas están considerando que la tecnología les permita pasar la asistencia y ya la fuerza pública la usa para perseguir criminales.

El último teléfono celular de Apple, el iPhone X, usa reconocimiento facial para identificar al propietario y para mantener el dispositivo seguro.

Aunque sorprendente, Hirshon está abierto a la idea.

"Necesito actualizar mi teléfono y quiero reemplazarlo con un iPhone X", dice.

"Le confío a Apple mis datos. Muchos de los puntos del reconocimiento facial se mantienen localmente en el aparto. Apple no tiene acceso a la información", explica.

Pero hay algo que tiene claro: "No compraría un teléfono de Google".

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Prohibido tomar fotos

Desde gente que se toma selfies hasta turistas que buscan el encuadre perfecto, el mundo fuera de línea está lleno de personas tomando fotos.

Y las copias digitales de esas imágenes son con frecuencia el siguiente paso en nuestras vidas, en las que Instagram y otras redes sociales son parte de la rutina diaria.

"He aprendido a voltear la cabeza cuando estoy en una multitud", indica Hirshon, quien regularmente habla en conferencias, lugares que él califica de "riesgo alto" en su cruzada por el anonimato online.

Su primera diapositiva, independientemente del tema del cual hablará, es siempre la imagen de una cámara con una raya roja que la atraviesa.

También habla con los organizadores de los eventos en los que participa para que le recuerde a la audiencia que nadie debería tomar una foto de él y publicarla en internet.

Mantenerse anónimo es todo un trabajo.

Con regularidad, Hirshon navega por internet buscando fotos que se le podrían haber escapado sin darse cuenta, pero en 25 años sólo ha encontrado dos.

Ambas ocurrieron después de eventos en los que habló, en Serbia y Croacia, y las fotos aparecieron en Twitter.

"Me apresuré a encontrar amigos bilingües para que enviaran un tuit urgente en el que pidieron respetuosamente en mi nombre que quitaran la foto".

"Ambos estuvieron felices de hacerlo y se disculparon profusamente por el error. No hicieron anda con malicia, fue sólo un problema de idioma".

"Yo soy Espartacus"

Hirshon es realista sobre lo que es mantener su anonimato facial.

"Eventualmente llegará a su fin, pero cuando suceda tengo una solución que llamo el hack Espartacus".

En la película de la década de los sesenta, la identidad del esclavo es protegida cuando muchos de sus compañeros esclavos se paran y declaran: "Yo soy Espartacus".

Hirshon lo ha adaptado a la era digital.

"Hace un par de años, le pedí a unos amigos que etiquetaran al azar fotos de personas, animales, minerales con mi nombre e inundaran Google con ellas".

"Por eso, ahora, cuando una imagen se filtre por la red, no importará porque no serás capaz de decir quién soy realmente yo".


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