En octubre no solo se celebra el mes del Trabajo Social en Puerto Rico, sino que se conmemoran los cien años del Trabajo Social en Latinoamérica, profesión enmarcada en los principios de los derechos humanos, la justicia social, el respeto a la diversidad y la equidad. Justo cuando redacto estas letras estudiantes, docentes y trabajadores sociales de Puerto Rico, presentan en el XXIV Seminario de la Asociación Latinoamericana de Enseñanza e Investigación en Trabajo Social (ALAEITS), un evento de alta relevancia para el intercambio de saberes, experiencias y perspectivas que distinguen y enriquecen la profesión. En Puerto Rico, el Trabajo Social se remonta a la década del 1930 cuando la isla experimentaba profundas crisis económicas, sociales y políticas producto de La Gran Depresión.
Durante La Gran Depresión, surgieron iniciativas formales de asistencia social donde la profesión comenzó a acompañar a las familias y a las comunidades. La trabajadora social Nilsa Burgos en su libro “Las Pioneras del Trabajo Social en Puerto Rico (2013)”, relata que fueron las trabajadoras sociales -antes llamadas maestras de bienestar social- quienes trabajaron temas como pobreza, inseguridad alimentaria y prevención de enfermedades como la tuberculosis, entre otras necesidades comunitarias. Las labores realizadas por las pioneras sentaron las bases para lo que hoy conocemos como Trabajo Social.
En cien años, han ocurrido múltiples eventos que no solo han transformado el ejercicio de la profesión, sino que la han impulsado a repensarse ante los desafíos sociales, políticos y económicos del país. Una parte fundamental de esto ha sido la formación académica de trabajadores sociales a través de la creación del Bachillerato en Trabajo Social. En 1936 se fundó la Escuela Graduada de Trabajo Social Beatriz Lasalle en UPR Río Piedras y posteriormente, para el 1940 el Colegio de Profesionales del Trabajo Social de Puerto Rico con el fin de reglamentar la práctica profesional. Además, trabajadores sociales se han insertado en los medios de comunicación para visibilizar las problemáticas sociales y promover el análisis crítico de la realidad social. Su participación en estos escenarios es fundamental, ya que permite aportar perspectivas basadas en la justicia social, la equidad y los derechos humanos. Asimismo, diversos acontecimientos históricos y las acciones de múltiples profesionales han contribuido al desarrollo teórico, ético y práctico del Trabajo Social.
Aunque hemos dado pasos afirmativos hacia el fortalecimiento de la profesión, aún hay retos como la precarización laboral y la pobre remuneración económica que inicia en las prácticas supervisadas y trasciende al ejercicio profesional. Nos urge romper con el paradigma de que las profesiones de lo social se sostienen de la vocación, que aunque es importante y es lo que nos moviliza al quehacer profesional, no es suficiente para tener una buena calidad de vida, justo como la que luchamos diariamente para nuestros participantes.
La historia del Trabajo Social nos habla de las valiosas aportaciones de profesionales que marcaron el rumbo de la profesión. Sin embargo, el presente nos invita a repensar el quehacer profesional, asumiendo el reto de reflexionar sobre los desafíos, aprendizajes y aportaciones, para construir un futuro en el que la profesión sea reconocida, valorada y justamente remunerada por su alta contribución social.

