Opinión

¿Aliado estratégico o nuevo sacrificio? El rol de Puerto Rico

Lee aquí la columna del exrepresentante por el Partido Popular Democrático y abogado

Una foto del representante Jesús Manuel Ortiz junto a su nombre.
Jesús Manuel Ortiz + columnista

La posibilidad de que Puerto Rico vuelva a ser un actor estratégico militar para Estados Unidos en el Caribe ha resurgido como tema candente. Recientes movimientos, como el despliegue de 4,000 marines, un submarino nuclear, buques de guerra, aviones de patrulla en la región, la incursión de China en Latinoamérica y el Caribe y la controversia con Venezuela han avivado el debate sobre nuestro rol geopolítico.

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Ante esto, es crucial reflexionar con cabeza fría sobre nuestra relación política con Estados Unidos, las aspiraciones mayoritarias del pueblo y los asuntos críticos pendientes como Medicare, el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, en inglés) y la reconstrucción del sistema eléctrico.

Puerto Rico, como territorio no incorporado, mantiene una singular relación con Estados Unidos. Tanto estadistas como estadolibristas aspiran a algún tipo de vínculo político, ya sea como estado de la unión o bajo un nuevo pacto de sociedad. Si algo está claro es que el historial de abandono de las instalaciones militares, como Roosevelt Roads y Vieques, evidencia un manejo deficiente por parte del gobierno local. Estas estructuras, alguna vez pilares económicos, hoy son sombras de su potencial, detenidos en el tiempo.

Si en efecto hay planes militares para Puerto Rico, las negociaciones venideras sobre Medicare, SNAP y la reconstrucción del sistema eléctrico tienen que traerse al tablero de juego. De ser ciertas las especulaciones, Puerto Rico debe sentarse a la mesa con Estados Unidos, no solo para recibir ayuda, sino para definir un rol estratégico que beneficie a ambas partes. Lo inaceptable es repetir el desastre de Vieques, donde la Marina dejó contaminación y promesas vacías tras décadas de bombardeos. No podemos olvidar que la isla aún sufre las consecuencias ambientales y de salud. Cualquier nueva presencia militar debe priorizar el bienestar de los puertorriqueños, con compromisos claros para respetar la paz de las comunidades y desarrollo económico. Negociar con inteligencia es la clave para que Puerto Rico sea un aliado estratégico, no un campo de pruebas.

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