El Tribunal de Distrito Federal ha determinado que las personas no-binarias pueden marcar una x en lugar de identificarse como masculino o femenino. Esta determinación se ha tomado en base al principio de igual protección de las leyes. Según este principio una ley que excluye o discrimina contra un colectivo, pero garantiza derechos a otro colectivo es una violación de la ley. El triunfo de los grupos no-binarios representa un adelanto de los derechos civiles de todos los puertorriqueños.
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Hasta este momento las personas trans podían seleccionar cambiar su género en el certificado de nacimiento, de masculino a femenino o viceversa, pero las personas que no se identificaban como masculino o femenino no tenían una forma de identificarse en el documento del estado. En este caso el tribunal determinó que no permitirles a las personas no-binarias tener una forma de identificarse era discriminatorio y violaba el principio de igual protección de las leyes.
La determinación del tribunal no lesiona los derechos de ningún grupo ni amenaza la estabilidad de los derechos civiles de las personas que no pertenecen al colectivo no-binario. La ampliación de los derechos de unos es la ampliación de los derechos de todas las personas y de los ciudadanos de Puerto Rico. Desde esta perspectiva, y como cristianos comprometidos con la justicia y la igualdad, celebramos esta victoria de los grupos no-binarios pues aseguran una sociedad más tolerante e inclusiva.
En tiempos en los que el autoritarismo pretende controlar la vida de las ciudadanas y ciudadanos, imponiendo una visión única de las identidades de género, es un aliciente ver que un tribunal promueve el establecimiento de una sociedad que está más acorde con los principios morales y sociales que defiende la democracia, la igualdad, la equidad y la inclusión.
En tiempos en los que el autoritarismo conservador pretende determinar las identidades desde un prisma simplista y represivo, es una gran victoria para las ciudadanas y ciudadanos de este país que sea posible reafirmar el compromiso con los valores fundamentales de un evangelio, buena noticia de verdad, donde las personas valen más que los dogmas, las tradiciones o las creencias particulares.
Algunos sectores objetan una determinación como ésta arguyendo que se trata de una jueza legislando desde su posición judicial. La realidad es que los cambios sociales más importantes en nuestras sociedades democráticas se han logrado en las trincheras de los tribunales donde jueces y juezas comprometidas con la justicia y la preservación de la libertad determinaron que la segregación racial era inconstitucional a pesar de haber sido refirmada en muchas ocasiones como legal en la jurisprudencia de los tribunales estatales y federales por muchas décadas.
Fueron jueces y juezas comprometidos con la consolidación de una democracia real las que determinaron que las leyes que prohibían los matrimonios interraciales eran inconstitucionales a pesar de que esa legislación había sido reafirmada por muchos tribunales anteriormente. Son jueces y juezas comprometidas con una democracia igualitaria las que se atrevieron a reafirmar el derecho de todas las personas a acceder al voto. La realidad es que los cambios radicales se logran por medio de tribunales que se atreven a defender el orden jurídico, el estado de derecho y las normas de convivencia que aseguran la estabilidad de una democracia donde todas las personas son reconocidas, protegidas y acogidas.
En ninguna circunstancia esta determinación amenaza la familia o los valores familiares que debe promover nuestra sociedad democrática. Los valores familiares que debemos fomentar en una democracia real son los valores de la igualdad, del respeto a la libertad personal, la promoción de la inclusión social y el fortalecimiento de estructuras sociales que permitan que las personas puedan vivir según sus propias determinaciones e identidades sin ser amenazadas por las convicciones religiosas o morales de otros sectores sociales.
Cada vez que escucho a alguien apelar a los valores familiares o la estructura de la familia tradicional bíblica para oponerse a los derechos de las comunidades trans o no-binarias me pregunto a qué tipo de familia se refieren. ¿Acaso se refieren a la familia de Abraham que tuvo un hijo con la esclava de su esposa? ¿O se refieren a la familia de David que mandó a matar a un general para quedarse con su esposa? ¿Se refieren a la familia tradicional de Salomón con doscientas esposas? ¿O se refieren a la familia de Jacob que tuvo hijos con sus esposas y con las esclavas de sus esposas? ¿O se refieren a la familia de Lot que embarazó a sus hijas? La realidad es que esa familia tradicional bíblica no existe y que no se puede utilizar el texto bíblico para establecer normas generales en una sociedad democrática.
Hoy celebramos con entusiasmo el triunfo de las comunidades no-binarias y nos atrevemos a afirmar que la X es el mejor símbolo de la justicia en una sociedad donde queremos promover la igualdad, la equidad, la inclusión y la diversidad, como debe suceder en una democracia real.