El tema de la biodiversidad en Puerto Rico ha tomado algo de auge en los pasados años. Algunas de las razones tienen que ver con varios proyectos ilegales o inmorales (cuentan con permisos fraudulentos) en nuestras costas, como lo es Esencia en el pueblo de Cabo Rojo. Se supone que en Puerto Rico no se puede construir en lo que se denomina la zona marítimo terrestre y esta zona es de acceso público. Varios movimientos comunitarios se han unido en la defensa y rescate de nuestras playas y terrenos públicos.
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Pero ¿qué es la biodiversidad? La diversidad biológica o biodiversidad, tiene que ver con las diferentes y variadas formas de vida que coexisten en determinado lugar o hábitat. Incluye la diversidad de animales, plantas y microorganismos de un sitio, ecosistema o hábitat. Puerto Rico es un archipiélago con una amplia biodiversidad, desde un bosque tropical lluvioso como El Yunque a un bosque seco, como el Bosque Seco de Guánica y la gran biodiversidad marina que nos ofrecen nuestras playas y aguas marinas. Toda esta biodiversidad se encuentra amenazada por la inacción y acciones irresponsables de esta y las pasadas administraciones.
El proyecto Esencia en Cabo Rojo sí pone en riesgo especies de animales y flora con un alto endemismo en esta zona del suroeste de Puerto Rico. También podría destruir áreas de anidaje de aves migratorias, yacimientos arqueológicos, zonas de amortiguamiento de oleaje fuerte (que protegen la zona en casos de huracanes y aumento del nivel del mar por el cambio climático). A pesar de que ya Puerto Rico no cuenta con comunidades indígenas, sí tenemos muchos terrenos ancestrales, de alto valor ecológico. Este proyecto también pondría en riesgo el recurso agua, que escasea en esta zona semi desértica y actualmente el agua potable no da abasto para las residencias y comercios ya existentes. Otro gran problema que traería Esencia es el aumento de la gentrificación de nuestras comunidades. Porque Esencia no tiene problema en que el precio a pagar sean la gentrificación, la destrucción de hábitats y sus especies, acelerar la erosión costera debido al cambio climático por un “desarrollo urbanístico” al que casi ninguna persona puertorriqueña podrá tener acceso.
Además del proyecto no esencial en Cabo Rojo, la señora gobernadora, en medio de las pasadas inundaciones que afectaron al país, retiró de forma voluntaria una demanda del pueblo de Puerto Rico contra las compañías petroleras, en la que el gobierno del país reclamaba $1,000 millones por los daños ambientales que estas compañías nos han provocado y por ocultar información sobre estos daños.
La Cámara de Representantes, también en fecha cercana al evento de lluvias torrenciales e inundaciones, decidió no atender el Plan de Mitigación, Adaptación y Resiliencia al Cambio Climático y posponerlo para el 2026. Según la Ley 33-2019, la fecha límite para aprobar este plan es el 30 de junio de 2025. Claro que esto requiere un análisis profundo, pero sí: sí hay premura y urgencia. Lo responsable y sensible ante el país es dedicarle todo el empeño y esfuerzo a este plan. En vez de estar perdiendo el tiempo en pequeñeces, en proyectos que pretenden asesinar nuestra biodiversidad y nuestra gente, y en buscar la forma de tener más control y poder.
Mientras el país se sigue ahogando con los efectos de las lluvias torrenciales que hemos tenido, debido a los efectos del cambio climático, el Senado presenta dos proyectos muy peligrosos para el país: el PS-79 y el PS-81. Estos proyectos pretenden quitarle la poca potestad y autoridad al Departamento de Recursos Naturales y Ambientales sobre las regulaciones de excavaciones y dragados, para que sean manejados por la Oficina de Gerencia y Presupuesto (OGP), agencia que no tienen ningún enfoque ni peritaje ambiental ni científico. También, el PS-81 permitiría que la OGP apruebe permisos, aunque las agencias concernientes se opongan o los rechacen.
El país no necesita que se agilicen más los permisos de proyectos nocivos a la mayoría del pueblo. Tampoco se necesita que se agilicen las ganancias económicas de unos pocos, mientras hunden al resto de la población en mayor pobreza y miseria. El país no necesita que se agilicen la pérdida de derechos ambientales, sociales ni civiles, para acomodar la vida ya enriquecida de unos pocos.
A este tipo de “desarrollo” un profesor de ciencias ambientales que tuve le llama “desgarrollo”. Nos desgarran y nos degollan por par de pesos en el bolsillo. Al desgarrollo siempre nos opondremos y afirmamos a las comunidades en su lucha justa por el bienestar y buen vivir. Afirmamos el valor esencial que tiene la vida, todo tipo de vida. Afirmamos el valor esencial que tiene nuestro país, por su gente, por su cultura, por su biodiversidad. ¡Esto sí es esencial!