“¿Qué derrota?”. Eso cuestionaba el lunes la gobernadora Jenniffer González luego de la racha de eventos que culminó con la retirada de la designación de Verónica Ferraiuoli como secretaria de Estado.
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Una frase que seguro pretendía quitarle lustre a un hecho que resulta irrefutable a la luz del tracto de hechos: el presidente del Senado, Thomas Rivera Schatz, se anotó una victoria. Porque, indudablemente, estábamos presenciando una batalla. Probablemente la primera, en la primera confrontación abierta entre ambos líderes cuya relación pública es un libro abierto.Lo ocurrido es una lección, para quien quiera tomar nota, en torno a la necesidad de poner oído en tierra, desconectarse de la burbuja “de confianza” y comprender que no todos los asuntos que sobrevienen en medio del paso por el camino público pueden ser superados con estrategias mediáticas. A veces toca reconocer que las excusas sobran y, como consecuencia, actuar en concordancia.
Quizá ahora, con la distancia que permite el paso de los días, la gobernadora lo tendrá más claro. Ferraiuoli no era “salvable”. Y no por causa de ataques de la oposición -interna o externa- sino por el desempeño de la funcionaria y su manejo del asunto. Sus múltiples y contradictorias versiones sobre el mismo asunto o su “ronda de medios” no se beneficiaron de una de sus debilidades: comunicar efectivamente. La enorme racha de comparecencias solo sirvió para validar aquello de que, en múltiples ocasiones, quien explica se complica.
La señora Ferraiuoli tiene un abultado resumé que colocaría a cualquier persona en línea directa para ser confirmada en el puesto.
Sin embargo, cometió un error -o incurrió en una omisión; solo ella sabrá- que resultó incompatible con la expectativa de los ciudadanos en torno a lo que debe ser un funcionario en ese cargo. Aunque la Gobernadora intentó insertar en la opinión pública la idea de que existía una oposición personal a la designada e, incluso, la posibilidad de un ataque machista, ambos argumentos eran absolutamente ineficientes ante los ciudadanos a la hora de evaluar los hechos que fueron contados por la funcionaria.
Para los ciudadanos, que no son protagonistas de las “riñas de palacio”, solo era necesario encontrar respuestas a un asunto bastante simple. ¿Por qué si ellos rinden planillas ella no lo había hecho? No. No se trataba de prórrogas. Con esas no existen reparos. Son absolutamente válidas y legales. En este caso, se trató de la no radicación de las planillas durante los años 2021, 2022 y 2023. Pero luego, cuando en efecto solicitó las prórrogas, según confirmó el Secretario de Hacienda, no cumplió con ellas y terminó enmendando su estatus contributivo después de que reventó la controversia pública y en medio del apagón que dejó al país a oscuras.
Como la “cherry” en el tope, también consiguió más de $20 mil en reintegro.El machismo y otras excusas esbozadas por la gobernadora no tenían vela en ese entierro. Mucho menos podían ser “ocultas” con buenas dosis de publicity, llamadas telefónicas y negociaciones. El asunto estaba adjudicado.
Cuando las cartas están sobre la mesa, no hay mucho que se pueda hacer excepto aceptar, reconocer y actuar. Sin echar culpas. Sobre todo cuando no son de otro sino de nosotros mismos.