La semana pasada el Departamento de Agricultura orientaba a los agricultores tras las enormes pérdidas económicas que experimentaron como consecuencia de las lluvias interminables de aquellos días. El secretario de Agricultura, Ramón González, conversaba conmigo en mi espacio mañanero “Pega’os en la mañana” por Radio Isla 1320 en un esfuerzo por orientar a los agricultores afectados acerca de cómo acceder a ayuda de emergencia. Una emergencia que, según los pronósticos de la NOA, el Servicio Nacional de Meteorología y casi la totalidad de la comunidad científica será la norma este año y en lo sucesivo. ¿La razón? El Cambio Climático.
La misma razón que esas mismas voces han ofrecido para explicar la escalada en las temperaturas y para afirmar que el calor extremo del pasado año fue solo el comienzo de lo que llega. Pero al preguntarle al secretario sobre sus planes a largo plazo para dejar a la agencia lista para enfrentar el nuevo escenario, el hombre puso el freno. Le comentaba que de todas partes del mundo llegan notas en las que se habla sobre la necesidad de planificar los cultivos de cara a futuro por el impacto de las temperaturas. Que en Europa cultivos como el de las olivas que son la base del aceite han experimentado reducciones de hasta un 40%, atribuibles a las altas temperaturas y certificadas por organismos como el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España.
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Que si se mira con detenimiento son continuos los informes sobre los efectos que las nuevas temperaturas ya tienen sobre cultivos como el lúpulo, la base de la cerveza, no solo en cantidad sino hasta en el sabor de ese producto agrícola. Pero para González algunos de los pronósticos del cambio climático son “exagerados”. La agencia que dirige no tiene un plan conocido de adaptación a los cultivos ante el cambio climático, como recomiendan los organismos internacionales. González se refería en sus comentarios a las recomendaciones del Comité Asesor de Cambio Climático de Fortaleza, un organismo compuesto por lo más importantes de la clase científica local y que el pasado mes entregó un informe con cientos de páginas producto de estudios, análisis y vistas en comunidades de todo el país.
La duda de González me pareció peligrosa porque, a fin de cuentas, no se daba desde el foro de un ciudadano promedio sino de uno que está en posición de formar opinión y política pública. Yo, que no soy científico, siempre he partido de la humildad ante el conocimiento del otro. De la misma forma en que mi formación y experiencia laboral me permiten opinar con autoridad sobre asuntos propios a mi profesión, reconozco con humildad la autoridad de otros que ha sido adquirida por años de estudios y experiencia en sus campos. Por lo mismo yo, periodista, no puedo sino utilizar a expertos para validar o descartar asuntos relacionados a temas como el calentamiento global y sus implicaciones. González Beiro, perito en el tema de la siembra de farináceos y administración de fincas es un experto en esos temas, pero no lo es –como no lo soy yo, comunicador o usted que me lee-maestra, albañil, médico, plomero- en el cambio climático, las mareas y costas, geomorfología o temperaturas. Para poder poner el conocimiento de científicos con experiencia y formación en esas áreas hace falta pericia, no sólo intuición o corazonadas.
Lo descrito no es cosa aislada. Tristemente, es común ver como muchos en estos tiempos de la información infinita, los motores de búsqueda y la utilización de fuentes imprecisas, cuestionan el conocimiento y la especialización desde el más profundo desconocimiento. Incluso desde lo más alto de las esferas de poder. Tome el caso del expresidente Donald Trump, quien durante su incumbencia se atrevió a desmentir la existencia del cambio climático aún desafiando el amplio conocimiento de los científicos de su propio gobierno. Recuerdo cuando en 2018 Trump acudió a Twitter para plantear que el frío extremo de aquellos días no hacía sino desmentir la idea del calentamiento global. “Brutal and Extended Cold Blast could shatter ALL RECORDS - Whatever happened to Global Warming?” Una lógica que parecía olvidar que el cambio climático no es solo calor extremo, sino que igualmente coloca en el lado de lo extremo las temperaturas más bajas.
Quizá usted también se ha visto envalentonado a desmentir a los que saben sobre temas sobre los que, seamos sincero, conoce muy poco. Y lo hace desde “la investigación” en algún portal prohibido en internet o la teoría de conspiración que encontró en algún video de Youtube. Desmiente desde el desconocimiento y desde esa misma cualidad se cree en posición de burlarse de los que sí saben, de primera mano, porque han dedicado su vida, esfuerzos y estudios a en temas de alta especialización. No me malentienda. El cuestionamiento es saludable. Pero para que sea responsable debe ser bien informado.
Por eso me llaman la atención con preocupación no solo las “dudas” del Secretario sino las piedras en el camino que el propio gobierno ha colocado frente a los científicos del comité que el mismo gobierno nombro. Primero la falta de asignación de fondos para comenzar su trabajo (que es totalmente voluntario). Más tarde, la falta de interés en estudiar con urgencia sus cientos de recomendaciones que se presentan para preparar al país para los retos que enfrentará en el corto, mediano y largo plazo. ¿Qué será lo que esperamos para actuar sobre las recomendaciones? Se me escapan las respuestas lógicas. Las señales del cambio están por todas partes, para quien quiera darse cuenta.