Opinión

El contrafeminismo del siglo veintiuno

Puede leer aquí la nueva columna “Desde otro prisma”.

Luz del Alba Acevedo
Columnistas

En 1975 la Organización de Naciones Unidas comenzó a conmemorar el Día Internacional de la Mujer. Dos años después, en 1977, la Asamblea General de la ONU proclamó oficialmente el 8 de marzo como esta fecha especial.

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La lucha por la igualdad de derechos entre mujeres y hombres ha sido una larga travesía llena de oposición, escollos y violencia machista. A lo largo de la historia, mujeres valientes han desafiado las normas sociales y han contribuido a este movimiento. La lucha por la igualdad antecede la lucha sufragista, que es la primera que viene a la mente cuando hablamos de feminismo o luchas feministas. En 1791, por ejemplo, la escritora francesa Olympia de Gouges publicó la “Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana”, desafiando la discriminación y la violencia hacia las mujeres en el contexto de la Revolución Francesa; terminando en la guillotina por sus ideas.

Asimismo, la militante sufragista del Reino Unido Emily Davison murió al ser arrollada por el caballo del rey Jorge V durante una protesta en el Derby de Epsom el 4 de junio de 1913. Aunque algunos cuestionaron si fue un acto de suicidio o de protesta, este mero hecho puntualiza los obstáculos y cuestionamientos enfrentados por las feministas.

A través de la historia las luchas de las mujeres por la igualdad de derechos han tenido conquistas significativas: acceso universal a la educación superior, adquisición de derechos políticos, incremento en la participación política a través del voto y representación de las mujeres en instituciones políticas con poder decisorio, leyes y medidas para combatir la discriminación y el acoso sexual en el trabajo, liberación sexual de la mujer y control de decisiones sobre sus cuerpos, derecho a decidir sobre el embarazo y participación en la planificación familiar.

A estos logros fundamentales se añaden las luchas feministas contemporáneas que persiguen erradicar la violencia de género y detener los feminicidios. Los feminismos han logrado visibilizar el problema de la violencia de género, lo que ha permitido concienciar a la sociedad y crear espacios de debate y reflexión sobre este tema. En muchos países, la presión política de los movimientos de mujeres y organizaciones feministas han llevado a la aprobación de leyes para proteger a las víctimas de la violencia de género y garantizar su acceso a la justicia.

No obstante, las luchas feministas de hoy se enfrentan a nuevos desafíos. El gobierno reconoce el creciente problema de la violencia de género, pero no atiende de forma holista el problema social que cuesta vidas de mujeres. Se descarta la centralidad de la educación como componente esencial para la transformación de conductas machistas centrando la atención en medidas punitivas y de salud mental. Por otro lado, la lucha feminista contra la violencia de género se enfrenta con partidos y dirigentes políticos de ideologías de derecha o ultraderecha que entienden los feminicidios como un componente más de la ola de violencia criminal y no como un problema de poder y desigualdad de género.

Presenciamos el asecho a los derechos políticos de las mujeres perpetrado por la nueva derecha y los grupos conservadores dentro de los partidos de gobierno. En la sesión legislativa que comenzó en 2021 se debatieron intensamente cuatro asuntos que afectan los derechos reproductivos de las mujeres y las minorías sexuales: (1) la declaración de un estado de emergencia para frenar la creciente violencia de género, (2) el derecho al aborto, (3) la implantación de un currículo con perspectiva de género en las escuelas, y (4) la prohibición de “terapias de conversión” para personas no heterosexuales. En esta sesión legislativa se escenificó un intento de revertir derechos de la mujer a decidir sobre sus cuerpos y de dar un giro al fundamentalismo religioso en asuntos educativos y derechos de las minorías sexuales.

A 49 años de la celebración de El Día Internacional de la Mujer, asoma su cara lo que podemos llamar el “contrafeminismo”. Este componente ideológico de la “nueva derecha” “anti-género” no se opone a los avances educativos, profesionales y políticos de las mujeres. Tampoco rechaza las posiciones de poder político alcanzadas a través de las luchas y conquistas de los feminismos. Irónicamente, es desde estas plataformas de poder político que promueven un retroceso de los derechos conquistados por las mujeres sobre sus cuerpos y vidas familiares. El eje de estos movimientos es la restauración de valores conservadores anclados en nociones religiosas sobre la sacramentalidad de la familia y la ideología tradicional de la domesticidad que rige los derechos y deberes femeninos en el patriarcado.

El constante asecho a los derechos de las mujeres en este cuatrienio ha convertido el cuerpo de éstas en el terreno de la batalla cultural y política donde se negocian las políticas sociales y económicas del país. Esto representa un contra ataque político al feminismo puertorriqueño y las conquistas de sus luchas políticas.

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