La maestra

Lea la columna del periodista Rafael Lenín López

Metro Puerto Rico
Rafael Lenín López Metro Puerto Rico

Esta semana ha conmocionado a muchos el caso de la maestra que fue acusada de agredir sexualmente a un quinceañero estudiante suyo en la escuela sanjuanera en la que trabajaba.

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La mujer de 34 años fue procesada criminalmente de agresión sexual y según ha trascendido la mujer educaba en la materia de inglés en la escuela en la que estudiaba el joven que tiene hoy 17 años. Al parecer estos casos han ocurrido más de lo que se cree.

Las agresiones sexuales contra los menores son abominables. Pero igual de asqueante es ver como sectores sociales y personas que se llaman a sí mismos progresistas o liberales aun tienen el machismo muy incrustado en su piel al momento de comentar este tipo de caso. Cuando se trata de un caso de una mujer mayor contra un varón menor, suelen tomarse a chiste y se legitima la actitud de nuestras pasadas generaciones que veían en hechos como estos “experiencias” para que “el nene se convierta en un machito”.

La agresión sexual es la agresión sexual, no importa el género. El abuso de menores es abuso de menores, no importa el género. De hecho, explicaba la fiscal Laura Hernández, fiscal a cargo de las unidades especializadas en el Departamento de Justicia, que un debate colateral llegó hace un tiempo al Tribunal Supremo cuando se alegó, en un hecho similar, que no se había configurado el delito de la agresión pues el rol activo, es decir el de penetración, lo asumía el menor que era un varón. El máximo foro judicial determinó, nos contaba la fiscal Hernández, que el rol de uno versus el del otro no importaba y que la agresión se configuraba de parte de la mujer mayor de edad sobre quien era menor de edad, el varón, o mejor dicho, a quien el estado no le había conferido capacidad legal para consentir una relación sexual.

Es importante que como sociedad asimilemos y descartemos todas las expresiones que hacemos con connotaciones machistas, consciente o inconscientemente, ya sea en la intimidad o en público, para ir borrando de nuestras entrañas individuales y colectivas todo vestigio de ese mal social que tanto daño nos ha causado.

No es suficiente con indignarnos cuando matan una mujer y hacer grandes manifestaciones públicas como la que ocurrirá el 8 de marzo, día internacional de la mujer. Es importante erradicar el machismo desde las manifestaciones más pequeñas y que pudieran lucir insignificantes. Un poco como la teoría del “broken window” que utilizan muchas jurisdicciones para erradicar la violencia callejera. Solo así, protestando o levantando bandera cuando escuchemos expresiones o veamos manifestaciones machistas, por más pequeñas que luzcan, aun en la intimidad del hogar o en un supermercado, lograremos evitar a largo plazo los eventos más peligrosos y detestables.

Los chistecitos del caso de la maestra o comentarios cínicos son parte del círculo vicioso que termina en eventos fatales en 15 o 20 años. Erradiquemos el machismo a todos los niveles.

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