Como nuestras abuelas con el café, los ciudadanos necesitamos un buen colador pero para los discursos políticos llenos de retórica. Estamos apenas en el comienzo de una ola de presentaciones y radicaciones de candidaturas para las elecciones del 2024, y con ello vendrán a nuestros oídos decenas de mensajes que buscarán llamar la atención para que eventualmente depositemos nuestros votos a tono con esos intereses.
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El “colador” que necesitamos en estas circunstancias tiene que separar el grano de la paja. Ese “colador” tiene que hacernos capaces de reconocer lo que son palabras huecas, bonitas y altisonantes, versus aquellas que conforman discursos con ideas viables para atender nuestros problemas sociales. Serán esos últimos discursos los únicos que deben pesar sobre nuestras decisiones en noviembre del año próximo, combinado con otros factotes importantes en un aspirante a un puesto electivo, como es su carácter.
Veamos algunos ejemplos de esa paja que debe excluir ese “colador” para dejarnos el contenido que valga la pena y que podamos consumir, para el proceso deliberativo interno que debemos realizar eventualmente cada ciudadano.
Reclamar ser nuevo en la política y joven es el ejemplo más común de los discursos retóricos de épocas como esta. Ser joven y nuevo no hace un buen candidato. Hay jóvenes con ideas viejas, terribles y ya intentadas, mientras hay viejos con ideas jóvenes, innovadoras y ejecutables. Ser nuevo en la política tampoco hace a una persona un buen candidato a un puesto. Podremos tener novatos que sean ideales y capaces, pero también aspirantes nuevos que no tengan idea alguna de administración pública o contexto sociopolítico histórico que le permitan manejar adecuadamente los temas que le vendrán a su atención o con los que quiera bregar. A fin de cuentas muchos de los que se cantan “nuevos” llevan años tras bastidores como asesores y en los “war rooms” donde se toman las decisiones que nos impactan diariamente.
Otros dirán que vienen con ideas nuevas para atender tres problemas fundamentales: seguridad, salud y educación. Ojo, esos tres temas son los que identifican los “libritos” de estrategias políticas como los que capturan mejor la atención pública, pues son los que más afectan y preocupan al ciudadano de a pie. A ellos, las preguntas que tenemos que formular los periodistas y ciudadanos son, ¿cómo lo harás? ¿Cuáles son las propuestas concretas? ¿Cómo exactamente ejecutarás políticas públicas en esa dirección?
Hablar en el vacío de trabajar para que la sociedad tenga más seguridad en las calles, mejores servicios de salud y una educación de calidad es ya casi una falta de respeto al intelecto colectivo que hay que acabar de una vez y por todas.
El colador también tiene que ser preciso para identificar en esas ideas que suenen bien, su contexto histórico. En nuestra sociedad, incluso desde el periodismo, lamentablemente, carecemos de discusiones que aborden el contexto histórico de los temas. Pecamos de hablar de ideas o asuntos como si fueran nuevos, ignorando que ya muchos han sido abordados en el pasado (y no necesariamente en la antigūedad) llevándonos a repetir los mismos errores. Se nos ha olvidado hasta el refrán que dice que el que no conoce su pasado está destinado a repetir sus errores. Claro, es obvio que reciclaremos muchas ideas, pero estas deben estar acompañadas de elementos que mejoren sus pasados problemas de ejecución. No se trata de reinventar la rueda, se trata de plantear ideas con el genuino interés de mejorar nuestra calidad de vida.
Otro discurso que nuestro colador debe dejar fuera es aquel que lleva a los candidatos a recalcar que es pobre como tú y que viene de abajo. ¿A quién le importa? Eso no los hace mejores o peores candidatos. A fin de cuentas, Arístoteles, el filósoofo y padre de la política, prefería como sistema la aristocracia pues suponía un mejor antídoto para la corrupción. Basta con que, en este aspecto, un candidato conozca los problemas más palpables de la sociedad y reconozca aquellos problemas de fondo -no visibles- que hay que atender.
Armémosno de un buen colador en este torbellino de discursos electoreros de los que seremos víctimas, para poder emitir buenos juicios en nuestra próxima cita con las urnas. A fin de cuentas, necesitamos en los puestos de poder, funcionarios con ideas viables, capaces para ejercer sus trabajos y más que todo para ejecutar. De lo contrario, seguiremos en el mismo círculo vicioso que nos ha traído al lugar donde nos encontramos.
¿Qué crees?