La conmoción que se vivió ayer tras el tiroteo en el Tribunal de Caguas se convirtió en una emergencia nacional por una sola razón, el lugar estaba lleno de cámaras y reporteros, y el suceso fue casi transmitido en vivo por televisión. Pero escenas como esa, incluso en las cercanías de tribunales, cuarteles y escuelas, ocurren casi todos los días en Puerto Rico, sin cámaras ni reporteros presentes, y la emergencia nacional no parece ser asimilada en nuestra cotidianidad.
PUBLICIDAD
Ciertamente lo ocurrido ayer frente al centro judicial de Caguas es preocupante desde la perspectiva de las medidas de seguridad interna de la rama judicial ya que, aunque ello pasó fuera del edificio, victimas y victimario estaban en terreno oficial de la corte. Pero sobre este suceso, la preocupación debe ser mayor. No solo por un abrumador menosprecio a la solemnidad y respeto que cualquier ciudadano asume en un tribunal, sino por la aparente motivación para la furia del hombre que disparó: una frustración con el manejo que le estaba dando la corte a una supuesta disputa vecinal. Todo luce a que este ser humano decidió, de la manera más irracional posible, impartir de la manera más horrenda la sentencia que no había recibido a su favor en la sala judicial.
Esa frustración con el sistema judicial se hace cada vez mas visible. Pudiera ser una percepción que no se ajusta a la realidad, pero que menoscaba la imagen de una de nuestras tres ramas de gobierno. El caso de la muerte de Justin Diaz, hermano del reguetonero Arcángel, es otro donde hay toda una campaña de críticas a los tribunales. Este es un tema que la rama judicial, desde el más alto nivel, tiene que atender con premura. La jefatura de los tribunales, entiéndase presidenta del Tribunal Superno y administrador de los tribunales, están ausentes de la discusión pública como si entendieran que no tienen que rendir cuentas al país y que ellos hablan a través de sus decisiones. Opino que sí. Creo que la jefatura de los tribunales tiene que responder preguntas y educar al país de manera directa, como lo hacen los componentes de las otras dos ramas de nuestro gobierno constitucional, el ejecutivo y el legislativo.
Pero volviendo al tema de la seguridad pública y la emergencia nacional que esto debe representar para todos nosotros, el tema es muy complejo y necesita atención urgente de todos como sociedad, gobierno y ciudadanos. Es imperativo que trabajemos para tener una sociedad más tolerante y así no ver escenas como la de ayer. Estos hechos no se evitan con más policías, sino con más y una mejor educación.
Escandalizarnos momentáneamente por el lugar donde ocurren los hechos, “frente al tribunal”, o por la hora del asesinato, “a plena luz del día”, es desenfocarnos del problema de fondo. La emergencia de ayer es la crisis de todos los días para muchos barrios, urbanizaciones y hogares donde no hay reporteros o cámaras presentes. Es la desgracia que se vive, sin la atención del país, en muchos lugares. Solo nos conmocionamos cuando queda grabado o lo vemos en vivo y a todo color. Trabajemos como pueblo para escandalizarnos siempre hasta dejar de escandalizarnos.