Esa es una famosa frase que dijo el estratega político James Carville, figura clave en la elección de Bill Clinton para la presidencia de los Estados Unidos en el 1992. Mientras la campana republicana enfocaba en otros issues nacionales, los demócratas insistían que el tema central de importancia para la nación norteamericana era la economía. La estrategia funcionó, así como la agenda de Clinton por impulsar la economía estadounidense.
Creo que aquí en Puerto Rico tenemos ante nosotros una coyuntura crucial que requiere que el tema central para las próximas Elecciones Generales sea el tema económico. Aunque soy de los que creo que resolver el tema del estatus político es prioritario porque ello incide en todas nuestras facetas de la vida colectiva puertorriqueña, debemos aceptar que ese asunto no está tan siquiera cerca de atenderse por la metrópoli. Así que, urge que discutamos un plan de desarrollo económico nacional asumiendo que el ELA o la colonia, como quiera llamarle, seguirá siendo nuestra realidad de vida.
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No soy economista, pero no hay que serlo para ver que no tenemos un plan económico nacional. Dependemos, por un lado de una economía diluida frágilmente en múltiples sectores, y por el otro de ayudas federales no recurrentes que ocurren ya sea por emergencias locales o por las súplicas de nuestros políticos en Washington, DC.
Como diría la economista Heidi Calero, ¿en qué oficina estarán hoy discutiendo el plan económico sostenible del país para los próximos cinco o diez años? ¿Cómo se llaman los funcionarios que hoy estarán revisando y actualizando los decenas de planes económicos que se han preparado en las pasadas décadas y que nos han costado millones de dólares en fondos públicos? Tengo la triste sospecha que nadie, en ninguna oficina donde ocurre la toma de decisiones.
Cuando pensamos en los sectores económicos más robustos de Puerto Rico, ¿qué le viene a la mente? Apenas podemos hablar de un turismo inestable, el servicio, una agricultura muera y una manufactura que murió hace 20 años y nadie se da cuenta.
Así que, con este panorama se hace imperativo que en el ciclo electoral que está por comenzar el tema de la economía sea protagonista. Es necesario que los aspirantes a puestos electivos dejen a un lado las ideas rimbombantes inconsecuentes que solo buscan atención, para enfocarse en el tema que nos tiene que ocupar. Ahí sabremos qué aspirante es valioso y cual busca entrar por mera busconería.
Desde nuestra trinchera, en la prensa y programas de discusión pública, tenemos la obligación de provocar ese debate si ellos no lo hacen. Forzarlos a hablar de futuro. Si no lo hacemos, seguirá la emigración de profesionales y continuaremos viendo un empobrecimiento acelerado de nuestra calidad de vida.
Es importante que para las próximas elecciones, ciudadanos y la prensa le digan a los aspirantes lo que le dijo Carville a los republicanos en el 1992. Si eso no pasa, habremos de perder el tiempo nuevamente y no adelantaremos nuestras buenas causas colectivas.