El Departamento de Educación de Puerto Rico ha tenido a lo largo de su historia muchas transformaciones.
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El anuncio hecho el lunes por el Gobierno para descentralizar nuestro sistema educativo no es nuevo en nuestra historia, pero ojalá en esta ocasión sí rinda resultados positivos por el bien de nuestro futuro. Entiendo, como he planteado en columnas anteriores que, metiéndole mano de verdad a nuestras escuelas, podremos tener a largo plazo un mejor país, una sociedad más segura y con un desarrollo económico estable.
El gobernador Pedro Pierluisi, acompañado de los secretarios de educación de Puerto Rico y del gobierno federal, anuncio un plan para empoderar más a las escuelas y sus cuerpos directivos locales en lo que tiene que ver con compras y obtener recursos de manera rápida para beneficio de maestros y estudiantes. También hablo de fortalecer modelos educativos alternos.
Sin menospreciar el anuncio hecho por Pierluisi (al contrario, creo que es importante enfocarnos de lleno en la educación) me parece importante contextualizar y hablar de un poco de historia para no cometer los errores del pasado.
Vayámonos solo 30 años atrás. En el 1990, el entonces gobernador Rafael Hernández Colón (PPD) aprobó la Ley 68 de Reforma Educativa. ¿Saben para qué? Para que las decisiones que se tomaban a nivel central se tomaran al nivel de las escuelas y regiones educativas. Sí, descentralizar. Fue entonces cuando se le cambió el nombre a la agencia, de Departamento de Instrucción Pública al que hoy conocemos.
Pero no tardó mucho para que la ley fuera cambiada. En 1993, llegó al poder Pedro Rosselló (PNP) y comenzó otra Reforma Educativa para crear el concepto de “escuelas de la comunidad” como nueva estrategia para descentralizar el sistema. Bajo este programa, las decisiones se tomarían en las escuelas y regiones educativas para romper la burocracia del nivel central. En aquel momento, como ahora, se les dio autonomía fiscal a los directores escolares para que pudieran comprar materiales. En aquel momento, Rosselló también trató de implementar un sistema de “vales educativos” para que niños que así lo quisieran, lo necesitaran y tuvieran talentos particulares pudieran matricularse en centros educativos privados, sufragados por el Estado. Pero la iniciativa, que estaba de moda en otros gobiernos estatales de Estados Unidos, fue declarada inconstitucional por el Tribunal Supremo de Puerto Rico. Para ese entonces teníamos un sistema con más del doble de maestros y estudiantes.
No hay duda de que la idea de descentralizar el Departamento de Educación en la década de los ‘90 fracasó. En las subsiguientes dos décadas no vimos ideas mayores para nuestro sistema educativo, más allá de un intento por modernizar y mejorar la infraestructura de estas. Ahora vemos esta presentación que le hizo al país el gobernador Pierluisi. Pero ¿Qué harán distinto para que esta vez si funcione?
Hablé el lunes con el secretario de Educación Eliezer Ramos de quien percibo es un buen funcionario, pero no sentí que el plan anunciado sea esperanzador para que, distinto a la Reforma del 1990, la del 1993 o la del 1999 que buscaban la descentralización, funcione esta vez. Empezando con que anunciaron la creación de un comité que en 90 días tendrá que rendir un informe para ver cuál será la política pública y si requiere legislación. De nuevo, ojalá y no, pero estas cosas que se delegan en comités y “para después” terminan diluyéndose, muy lejos del objetivo original.
Creo que más que una descentralización del sistema hace falta en el Departamento de Educación una especie de exorcismo burocrático para que la mentalidad cambie de una vez y por todas, más allá de lo que puedan decir las leyes en el papel. Tiene que cambiar la mentalidad de que todo se resuelve desde San Juan, y en San Juan tienen que despojarse de la prepotencia y asumir la realidad de que en la mal llamada “isla” se puedan resolver los problemas sin consultársele. Además, creo que la transformación de nuestro sistema educativo tiene que requerir un debate sobre los currículos para que se adapte la enseñanza a nuestros tiempos y nuestra realidad socioeconómica. No nos podemos quedar en lo material. Hay que moverse a lo sustantivo. Solo así pudiera darse una ejecución real de la reforma que recién se ha anunciado y una descentralización de verdad.
¿Qué ustedes creen?