“La ausencia de evidencia, no es evidencia de ausencia”. Esa frase la leí en el 1999 en una de las primeras lecturas que realicé sobre el trauma en la niñez. Desde esa fecha, todos los días he trabajado con ese grupo poblacional en los procesos de sobrevivir situaciones de violencia. La frase claramente claramente establece que porque algún asunto no se pruebe con la evidencia que se requiere en los foros judiciales, no implica que no haya ocurrido.
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Recientemente se ventiló en los medios de comunicación la aparente expedición de una orden de protección a través de los mecanismos que provee la Ley contra la Violencia Doméstica en contra de un representante y a favor de su esposa. Parte de lo que se discutió en los medios presentaba que situaciones violentas ocurrían frente a los hijos, que son personas en el periodo de minoría de edad.
En el 2003, Jaffee y un grupo de colaboradoras publicó una serie de trabajos académicos e investigativos sobre la violencia doméstica en relaciones con hijos e hijas. Este grupo investigativo reconoce que la violencia doméstica en muchas ocasiones no se reporta. Añaden que no se debe utilizar la falta de órdenes de protección o la ausencia de acciones de la víctima para indicar que no ha ocurrido. De igual forma, el hecho de que a nivel legal no se haya podido corroborar las alegaciones, o que la víctima retire los procesos legales que comenzó, no implica que la violencia doméstica está ausente.
La ley de maltrato vigente establece que la violencia doméstica en presencia de la niñez es un acto que entra en el espectro de conducta maltratante. En el caso del Representante, la alegación inicial en el tribunal debió activar un referido de protección social a la niñez involucrada. Contrario a lo que sucede en otros casos donde están involucradas mujeres y familias empobrecidas y racializadas, de este caso se sabe poco. Los detalles de una investigación sobre la posibilidad de maltrato hacia los hijos del Representante por estar expuestos a violencia, se han obviado en la mayoría de los foros que discuten este caso.
Las mejores prácticas para investigar la violencia doméstica cuando hay niñez involucrada publicadas por la Asociación de Tribunales de Familia y Conciliación (AFCC por sus siglas en inglés), establecen que en estas situaciones una investigación debe establecer el contexto, la frecuencia, si fue reciente, la severidad, direccionalidad, patrón, intención, circunstancia y consecuencia. Esto es importante, porque la violencia doméstica ocurre de forma diferente en cada caso y el impacto en las personas adultas víctimas y en la niñez varía. Estas prácticas reconocen que las personas que son víctimas de violencia pueden minimizar o fallar en revelar y buscar ayuda en medio de estos eventos. El hecho de que la persona no lo vea como un asunto para buscar ayuda, no implica que el problema no exista. Como parte de una investigación en estos casos, se aborda con la niñez en las entrevistas sobre su experiencia con las alegaciones, si fueron testigos y su impacto. Ese abordaje es esencial para poder configurar lo que serán los futuros planes de relaciones con el agresor y que se promueva un ambiente seguro entre los padres, libre de violencia, amenazas y control coercitivo estableciendo fronteras claras y seguras.
Las recomendaciones deben incluir la priorización en la seguridad física, emocional y económica de las víctimas y la niñez. Se deben minimizar las oportunidades de riesgo incluyendo las tácticas intrusivas luego de la separación. La literatura establece que luego de una separación o durante las fases de la violencia doméstica, la niñez es usada como un arma para atacar a las víctimas. La investigación también señala que las personas agresoras usualmente exhiben tipos similares de comportamientos violentos en sus actividades de crianza.
Es importante abordar el tema con la niñez que ha sido parte de situaciones de violencia doméstica. La investigación demuestra que la exposición a estos eventos está asociada a incremento en conductas agresivas en la niñez y problemas externalizantes en los dominios físicos, sociales y psicológicos. Abordar la violencia doméstica con la niñez es esencial porque estudios realizados en Estados Unidos establecen que el 92 por ciento de la niñez fue expuesta a violencia emocional entre sus padres, el 84 por ciento a abuso físico y el 56 por ciento reportó haber intervenido en el evento de violencia que ocurrió entre sus padres.
Numerosos autores han identificado que ser testigo de violencia doméstica es una experiencia adversa en la niñez con secuelas traumáticas en su ciclo de vida. Sin duda la protección de las víctimas adultas de violencia doméstica es esencial. Sin embargo, no olvidemos la niñez como víctimas silenciosas de estos eventos. Estaremos en atención para que en el caso del Representante, y en cualquier otro, se atienda la exposición a la niñez a la violencia doméstica como lo que es: maltrato. Es trascendental que las personas que cometen estos abusos sean identificadas como agresoras no solo en relación con la víctima adulta, sino tambien hacia los hijos e hijas. Muchas de las personas agresoras, luego intentan ganar arreglos de custodia que ponen en riesgo a la víctima y a la niñez involucrada. En estos casos se hace urgente un abordaje con sensibilidad que entienda el evento traumático desde una perspectiva que siempre integre la seguridad de la víctima con la de las hijas e hijos involucrados.