El tema en boga en estos días es la formación de una alianza electoral entre los partidos minoritarios para completar la tarea de defenestrar el bipartidismo PNPPD.
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El Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) es precisamente el resultado de una alianza política de fuerzas que proponen modelos alternos de gobernanza, concretizado en movimiento electoral. Recordemos que el MVC está compuesto por integrantes del Partido del Pueblo Trabajador (PPT), el Movimiento Unión Soberanista (MUS), la Alianza pro Libre Asociación Soberanista (ALAS), el movimiento Vamos y la candidata independiente a la gobernación que más votos ha obtenido en la historia, Alexandra Lúgaro.
En 2016 el PNP ganó con menos votos que en las elecciones anteriores. Tanto el PNP como el PPD, experimentaron una reducción significativa en su apoyo electoral. La causa principal para esta reducción fue la entrada de dos candidat@s independientes a la gobernación, Alexandra Lúgaro y Manuel Cidre. Est@s actores provenientes de la sociedad civil obtuvieron el 11.1% y 3.2% de los votos respectivamente. Alexandra Lúgaro cargaría su bloque de votantes (175,000+) en las elecciones de 2020 para dar al MVC un 14% de los votos a la gobernación. Lúgaro pasará a la historia política de Puerto Rico como la bola de demolición que inició el derrumbe de la alternancia PNPPD.
En 2020 colapsa la alternancia bipartidista. Ninguno de los dos partidos dominantes obtiene un mandato electoral y resulta un gobierno dividido, que no compartido. El 35% de los votos a la gobernación, más que cualquiera de los dos partidos dominantes, se distribuye en tres partidos minoritarios (dos nuevos). En la legislatura el Partido Popular no logra mayoría absoluta. Se hablaba de la necesidad de hacer alianzas con los partidos minoritarios para formar una oposición coherente.
La realidad ha sido otra. Vemos alianzas de conveniencia entre el PNP y el PPD para restaurar la viabilidad de la alternancia bipartita y para continuar las prácticas de mala gobernanza que resultaron en el colapso político-económico presente. Empantanados en la crisis, la alianza de facto entre el PNP y el PPD resiste las reformas electorales, mientras los partidos de minoría debaten los parámetros de una alianza electoral que destrone el dominio PNPPD.
Pero el demonio está en el detalle. El país está dividido en tres bloques: PNP, 33% de los votos a gobernador; PPD, 32%; y el 35% del electorado representado por los partidos minoritarios. Este “tercer tercio” es diverso y complejo. El PIP, sacó el mayor número de votos para gobernador en su historia y el segundo porcentaje de votos más alto (13.5%) desde 1952 cuando obtuvo 19%. Alexandra Lúgaro cargó en sus hombros al MVC, obteniendo unos 5 mil votos más de los que recibió en 2016, que en 2020 representaron 14% del voto total. El tercer partido de minoría, Proyecto Dignidad (PD), obtuvo 87 mil votos, 6.8% del total.
¿Podrá coaligarse este bloque de oposición? El PD está fuera de cualquier coalición con el PIP y el MVC, su visión de mundo y proyecto político son incompatibles con aquellos. La alianza sería entre el PIP, el MVC y los desafiliados o desafectos de la política electoral. Los retos para cualquier alianza son:
- La ley electoral que prohíbe las alianzas. Resulta paradójico que los partidos minoritarios no cuestionan la constitucionalidad de esta prohibición en los tribunales. Si bien los tribunales locales, politizados y partidistas rechazarán el cuestionamiento, sin duda la jurisprudencia norteamericana favorece la voluntad de los electores sobre los partidos y podría tener éxito un recurso apelativo presentado en el circuito de Boston.
- Los requisitos para quedar inscritos. La inscripción de los partidos se determina por el número de votos íntegros en la papeleta de gobernador y comisionado residente. Es muy difícil que ningún partido renuncie a presentar sus candidatos/as.
- El PIP, aunque cambió su discurso y su estrategia electoral en 2020, ha sido históricamente contrario a las alianzas. Dudo que eso cambie. Además, hay tensiones entre el sector soberanista-independentista del MVC y el PIP que no se superan.
- Se habla de un desprendimiento de los jóvenes disidentes con la maquinaria del PPD. Desde el manifiesto de Aguas Buenas en 1970, se habla de facciones “soberanistas” del PPD haciendo alianzas con independentistas. Ninguna alianza sustantiva se ha logrado con estos sectores; recordemos a Carmen Yulín dando la espalda al MVC en 2020 y ahora suplicando regresar al PPD. Son pocos los soberanistas Populares con el “guarámo” para “dar el salto”. Hay mucho guiso y puestos que perder en la movida.
La viabilidad de alianzas está en las papeletas municipal y legislativa. A menos que haya cambios en la ley, sólo puede hacerse causa común en estas papeletas, apoyando al/la candidato/a fuerte de un partido minoritario y presentando un “candidato de agua” por sus aliados. La alianza legislativa por acumulación presenta otras complejidades. El PIP optó por una sola candidatura, mientras el MVC optó por dos. Además hay candidaturas independientes que disputarán votos a las candidaturas de partidos de minoría. Una alianza electoral en 2024 es posible pero hay que hilar fino para superar obstáculos.