La tecnología no se sienta a observar el presente, sino que lo transforma y lo lleva consigo como marea brava hacia el futuro. Ahora bien, siempre la tecnología y sus cambios deben servir a la dignidad del ser. Mientras tengamos esos principios claros, es imprescindible tomar la ola hacia el futuro y abrazar con esperanza los cambios que vienen con ella.
Uno de los sectores más impactados por esa ola tecnológica es el sector empresarial y laboral. Mientras en Puerto Rico se discuten alegadas reformas laborales que buscan respuestas mirando al pasado, a un sistema económico/laboral que responde a relaciones laborales de los años 1940-1990, la empresa privada continúa buscando la forma y manera de romper las barreras para crecer hacia un mundo que se abre en posibilidades a través de la industria del servicio, manufactura y conocimiento.
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La generación de riqueza a través de la creación de contenido, el uso de la inteligencia artificial en la efectividad y maximización de los servicios, lanzan retos para el desarrollo de una legislación laboral que se atreva a proponer nuevas relaciones laborales, con nuevos métodos y estructuras de paga, horarios y formas de trabajo, entre otros. Necesitamos desarrollar una legislación laboral, que tomando en cuenta la amplitud y dinamismo que la alta tecnología trae, les permita a los empresarios en Puerto Rico crecer, en conjunto con una clase trabajadora ágil tecnológicamente, bien remunerada y capaz de manejar los retos que este futuro nos traiga.
Lo anterior tiene que hacerse, tomando en consideración la generación de adultos mayores que se encuentran en el umbral de su retiro o que ya lo experimentan. Esta es una generación que logró combinar en su ejecución laboral la vieja tecnología con la nueva. Las enmiendas a las leyes laborales también tienen que incorporar de una manera u otra el fomentar la reintegración a la fuerza laboral y empresarial de nuestros adultos mayores, y el proveer educación tecnológica que les permita mantenerse al día en ella. Esto no tan sólo es necesario ante nuestra realidad demográfica y falta de participación laboral, sino que la quiebra de nuestros sistemas de retiro requiere que como pueblo pensemos fuera de la caja para proveerle a nuestros adultos mayores productivos un espacio para generar riqueza y emprendimiento. Tenemos en ese grupo poblacional el conocimiento histórico y práctico como para levantar a Puerto Rico, logrando un pase de batón, a nuevas generaciones sin perder ese conocimiento de cómo se hacen las cosas.
En este momento, a Puerto Rico no le queda otra opción que crecer en su economía. El bolsillo de la familia en Puerto Rico no aguanta un impuesto más. La capacidad de poder ofrecer desde Puerto Rico las herramientas y facilidades para un crecimiento económico son retos alcanzables para nuestro pueblo. Una de las herramientas básicas para ese crecimiento es una verdadera reforma laboral que mire hacia el futuro. Tengo la esperanza de que podemos hacerlo.