El histórico Observatorio de Arecibo, conocido por albergar el radiotelescopio más grande del mundo hasta su colapso en diciembre de 2020, inicia una nueva etapa como Centro de Arecibo para Educación en STEM, Habilidades Computacionales y Participación Comunitaria (AC3), proyecto impulsado por la Fundación Nacional de Ciencias de Estados Unidos (NSF).
El radiotelescopio colapsó cuando un cable que sostenía la plataforma receptora de 900 toneladas se rompió, enviando la estructura hacia el plato reflector a más de 400 pies de altura.
Ahora, el observatorio se reinventa como un espacio dinámico de ciencia, tecnología e innovación comunitaria, combinando educación, desarrollo de fuerza laboral y alianzas locales.
El proyecto AC3 es liderado por la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, la Universidad de Maryland, condado de Baltimore (UMBC) y el Cold Spring Harbor Laboratory (CSHL) en Nueva York.
Durante el verano de 2024, AC3 lanzó su fase piloto, implementando iniciativas que recopilaron retroalimentación de la comunidad y co-diseñaron oportunidades de aprendizaje en STEM.
“AC3 abrirá parcialmente en enero, ofreciendo eventos semanales que incluyen recorridos históricos sobre el legado científico de Arecibo y exploraciones de la biodiversidad local. Los visitantes podrán participar en experiencias prácticas en biología, computación y astronomía, además de adelantos de la exhibición Señales, prevista para principios de 2026”, explicó Jason Williams, subdirector del Centro de Aprendizaje DNA del CSHL y líder del proyecto AC3.
Durante los últimos meses, cientos de estudiantes, maestros e investigadores han trabajado con AC3 en proyectos escolares, recorridos guiados en biología molecular y genética, talleres de verano y programas de computación, que han permitido desarrollar habilidades avanzadas y destrezas digitales para la vida cotidiana.
“El centro convierte a Puerto Rico en un eje regional de innovación en STEM a través de investigación educativa, desarrollo de fuerza laboral y alianzas que resuelven desafíos comunitarios”, destacó José Agosto Rivera, profesor asociado de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras e investigador principal del proyecto.
Patricia Ordóñez, profesora asociada en la UMBC, añadió que la integración del pensamiento computacional es esencial frente al rápido crecimiento de la inteligencia artificial y que AC3 involucra a participantes no tradicionales en el diseño participativo de ecosistemas de aprendizaje comunitario.
Por su parte, Yasmin Santiago, directora de Programación y Operaciones de AC3, resaltó que los estudiantes podrán trabajar con equipos de laboratorio profesional, desarrollando confianza y habilidades en biología, tecnología y computación.
La meta del proyecto es fortalecer el ecosistema STEM y la fuerza laboral de Puerto Rico, permitiendo que la ciencia y la tecnología contribuyan a resolver retos locales.

