Mientras las guías de detección temprana para cáncer de seno se han mantenido relativamente consistentes en los últimos años, una tercera parte de los casos se diagnostican en etapas tardías y casi un 60 %, a tiempo.
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El dato lo divulgó el director ejecutivo interino del Centro Comprensivo de Cáncer (CCC) de la Universidad de Puerto Rico, el doctor Humberto Guiot.
Las estadísticas del Registro Central de Cáncer (RCC) reflejan que, entre 2000 y 2022, la tasa de incidencia en etapa invasiva aumenta, en promedio, casi 1.5 % por año; en etapa temprana, es de casi 3 %. Por otra parte, la tasa de mortalidad se reduce en un 1.3 % cada año.
Dos radiólogas especialistas en imágenes e intervención de la mujer explicaron que la profesión se rige por las guías de detección temprana del Colegio Americano de Radiólogos (ACR, en inglés), que sugiere realizarse una mamografía anualmente a partir de los 40 años.
Pero la Sociedad Americana contra el Cáncer recomienda reducirlo a cada dos años a partir de los 55 años, mientras que el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos propone que sea a discreción del médico al considerar el cuadro clínico del paciente.
La doctora Eva Cruz Jové, colaboradora de la organización Susan G. Komen, compartió que ve casos de cáncer de mama en mujeres jóvenes, por lo que prefiere mantener las guías del ACR. “No queremos que lleguen a un estado avanzado”, dijo.
El ACR, en 2023, actualizó sus guías de cernimiento para que las mujeres, particularmente de las poblaciones negras y de otras minorías o en alto riesgo a desarrollar el cáncer, evalúen su riesgo a los 25 años.
La radióloga Yania López Álvarez, quien trabaja en el CCC, mencionó que en hispanas también se desarrolla más temprano y más agresivamente, por lo que sugirió realizarse pruebas genéticas, ordenadas por un oncólogo, para conocer riesgo a base de edad, historia familiar, raza, entre otros factores. Aludió también a cursos en línea que enseñan cómo identificar el riesgo.
Las guías actuales, dijo, se basan en estudios poblacionales, por lo que cualquier modificación a las reglas de cernimiento deben ser respaldadas por un estudio de esa magnitud.
“Nos beneficiaríamos, en este país, de tener estudios poblacionales dirigidos a nuestra población para poder tomar decisiones específicas sobre cómo se comporta el cáncer aquí en Puerto Rico. Pero ahora mismo, las guías por las que nos regimos son las que ya han venido desde Estados Unidos”, explicó.
El informe Cáncer en Puerto Rico 2018-2022 del RCC, en colaboración con el CCC, detalla que, en esos cinco años, hubo un promedio anual de 2,410 diagnósticos de este cáncer, que representó el 31.4 % de los casos de cáncer en mujeres y una tasa ajustada por edad de 91.3 casos por cada 100,000 habitantes.
En el mismo período, hubo 418 muertes asociadas anualmente, que fue el 17.7 % de los fallecimientos, con una tasa de 14.1 defunciones por cada 100,000 personas.
El documento también expone que este cáncer es el de mayor mortalidad para mujeres adolescentes y adultas jóvenes, con una tasa ajustada por edad de 15.1 por cada 100,000 personas.
Herramientas para detección temprana
Si bien la mamografía es el “estudio por excelencia”, según Cruz Jové, la mujer puede comenzar, antes de que llegue a edad para las mamografías rutinarias, haciéndose autoevaluaciones para detectar bultos, deformaciones u otros cambios en el seno.
López Álvarez amplió que los síntomas, como molestias, masas o cambios en textura de la piel, pueden extenderse en todo el tejido de la mama que es “tan alto como la clavícula y tan lateral como toda la axila”. Pero para que un cáncer presente bultos del tamaño de una peseta, como lo describió, entre otros indicios, es porque está en una etapa más avanzada.
La radióloga especialista del CCC recordó que el autoexamen no debe considerarse como un reemplazo a una prueba de detección. “El mensaje es ‘conócete’ porque es importante que tú te conozcas para poder encontrar cualquier cosa más temprano”, subrayó.
Las mamografías estáticas se complementan con la tomosíntesis, que es un estudio en tres dimensiones que permite ver a través del tejido, particularmente si es un seno denso, con tejido asimétrico o si hay una duda en el estudio de dos dimensiones, amplió Cruz Jové. Para pacientes de alto riesgo por mutaciones genéticas o antecedentes familiares, se toman imágenes por resonancia magnética (MRI, en inglés) y, en otros casos, también se utiliza un sonograma o ultrasonido.
Cruz Jové mencionó que las mamografías utilizan niveles bajos de radiación para mantener la seguridad de la paciente y son regulados por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA, en inglés). Con estas herramientas, buscan distorsiones de arquitectura, calcificaciones u otras masas irregulares en el tejido.
Tratamientos
Con las imágenes que tomen las radiólogas, pueden determinar cuán grande es la lesión, si hay más de un nódulo, la ubicación del tumor, entre otras observaciones. En un informe, resumen esos hallazgos y lo entregan al oncólogo, quien luego decide cómo proceder.
De realizar una biopsia luego del estudio, contó Cruz Jové, un patólogo emite un reporte de histoquímica en el que se especifica si el tumor es in situ (que no se ha propagado), cuáles son los receptores (HER2 o progesterona), entre otros factores que indican la agresividad. El médico entonces escoge el tratamiento de acuerdo con la necesidad del paciente, ya sea quimioterapia, cirugía, vasectomía lateral u otras opciones.
Lynnette Rodríguez, directora ejecutiva de Susan G. Komen Puerto Rico, brindó ejemplos de factores de riesgo comunes que favorecen el desarrollo del cáncer. Entre ellos, el ser mujer, porque todas sufren exposición; envejecimiento; historial familiar; mutaciones hereditarias; consumo excesivo de alcohol, el tabaquismo u obesidad; e historial reproductivo, como menstruación temprana o menopausia tardía.
Uno de los síntomas oncológicos comunes es el insomnio, y una investigación de Ponce Health Sciences University (PHSU), que estudió 51 mujeres puertorriqueñas e hispanas en Puerto Rico y Nueva York, encontró que el 49 % reportó manifestaciones leves de la condición, aunque un 33 % dijo que no presentó síntomas.
Según las investigadoras Johanny Díaz y Yamilet Torres, algunas participantes no reportaron sentir insomnio, pero en entrevistas, aludían a experiencias que se relacionan a la condición; dedujeron que hay poco conocimiento del tema. “[El insomnio] puede pasar desapercibido o [que] lo normalicen porque es algo pasajero o normal de su proceso, pero si no lo tratan o buscan ayuda, puede empeorarse”, expusieron.
Pese a que la incidencia aumenta levemente cada año, la tasa de supervivencia a cinco años, según el estudio del RCC, alcanza el 86.1 % por avances médicos en los tratamientos y uso efectivo de guías de detección temprana.