El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció este viernes que impondrá un arancel del 100% a todos los productos procedentes de China a partir del 1 de noviembre, o incluso antes si Pekín adopta nuevas medidas restrictivas.
En un mensaje publicado en Truth Social, Trump denunció que el Gobierno chino ha adoptado una postura “extraordinariamente agresiva” al anunciar amplios controles de exportación sobre prácticamente todos los productos que fabrica, incluidos materiales estratégicos y tecnologías sensibles.
PUBLICIDAD
“Esto afecta a todos los países, sin excepción, y es una absoluta vergüenza moral en el comercio internacional”, escribió el mandatario, asegurando que la decisión china es parte de “un plan preparado hace años”.
Horas antes, Trump había acusado al presidente Xi Jinping de “hostilidad económica” y advirtió que ya no ve razones para reunirse con él durante su próxima visita a Asia.
También amenazó con represalias financieras si Pekín mantiene sus restricciones sobre las tierras raras, minerales críticos para la industria tecnológica y militar.
“El régimen chino ha monopolizado ciertos elementos, pero por cada uno de ellos nosotros tenemos dos”, afirmó Trump, en referencia al esfuerzo de su administración para impulsar la producción nacional de minerales estratégicos.
China anunció el jueves la ampliación de sus restricciones a la exportación de tierras raras, extendiendo los controles a nuevas sustancias y tecnologías de producción, una decisión que encendió las alarmas en Washington por el impacto potencial sobre la industria de semiconductores y defensa estadounidense.
PUBLICIDAD
La reacción en los mercados financieros no se hizo esperar. Wall Street registró una fuerte caída tras los mensajes iniciales de Trump: el Dow Jones perdió 879 puntos (1.9%), el S&P 500 retrocedió 2.71%, y el Nasdaq Composite, con fuerte presencia tecnológica, se desplomó 3.56%.
El temor a una nueva guerra comercial recordó a los inversionistas los episodios de tensión vividos en primavera, cuando los aranceles recíprocos entre Washington y Pekín elevaron los impuestos sobre las importaciones chinas hasta un mínimo de 145%.
En aquel entonces, los mercados rozaron el territorio bajista, aunque lograron recuperarse en mayo cuando ambas partes redujeron los aranceles y Estados Unidos excluyó los smartphones y dispositivos electrónicos del gravamen.