Al menos 24 personas murieron este martes a causa de un bombardeo de las Fuerzas Armadas de Rusia contra la localidad ucraniana de Yarova, en la región de Donetsk, en un ataque que golpeó a un grupo de civiles que esperaba para recibir el pago de su pensión, según confirmaron las autoridades regionales.
El balance preliminar incluye además 19 heridos, de acuerdo con el Servicio de Emergencias. El gobernador de Donetsk, Vadim Filashkin, calificó la ofensiva como “puro terrorismo” y recalcó que no puede considerarse un objetivo militar.
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El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, condenó lo que describió como un ataque “brutalmente salvaje” y pidió a sus aliados internacionales que respondan con mayor contundencia. “El mundo no puede quedarse callado”, afirmó en un mensaje dirigido a Estados Unidos y Europa, en el que denunció que Rusia sigue destruyendo vidas mientras evita sanciones realmente duras.
Mientras tanto, las autoridades de Kiev denunciaron que la sede del Gobierno fue alcanzada el fin de semana por un misil ruso ‘Iskander’ durante un bombardeo masivo contra la capital. Según Vladislav Vlasiuk, asesor presidencial para Políticas de Sanciones, el proyectil no llegó a detonar gracias a que fue impactado parcialmente en pleno vuelo, aunque provocó un incendio en el edificio.
Vlasiuk aseguró que el misil contenía componentes fabricados en Reino Unido, Estados Unidos, Japón, Suiza y Bielorrusia, además de Rusia. En comparación con misiles utilizados en años anteriores, precisó que se detecta ahora una menor presencia de piezas europeas y estadounidenses, pero un mayor uso de tecnología rusa y bielorrusa.
Zelenskyy insistió en que estos ataques muestran la necesidad de reforzar el control de exportaciones y endurecer los regímenes de sanciones, al tiempo que recalcó que la única vía para frenar la agresión rusa pasa por “una presión internacional constante y firme”.