Aunque el huracán Erin no tocó tierra en Puerto Rico, sus fuertes ráfagas de viento y lluvias intermitentes provocaron interrupciones masivas en el servicio eléctrico y afectaron infraestructura en distintos municipios de la isla.
La gobernadora informó que la generación eléctrica no sufrió daños y todas las plantas continúan operando con una reserva de más de 1,100 megavatios. Sin embargo, las ráfagas de más de 40 millas por hora tumbaron árboles y líneas de transmisión, dejando a cientos de miles de abonados sin servicio.
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Según LUMA Energy, el pico de clientes afectados alcanzó los 160,000 abonados durante la noche del sábado. Al mediodía de ayer domingo, la cifra se mantenía en alrededor de 137,000 clientes sin servicio, equivalente a cerca del 10% de la matrícula.
Los mayores problemas se concentraron en las líneas de transmisión de 230,000 y 115,000 voltios, esenciales para mantener la estabilidad del sistema. Entre las más afectadas estuvieron la línea 50,500, que conecta las centrales de Mora y Cambalache, y la 51,100, que va desde Aguirre hacia Aguas Buenas.
Alejandro González, vicepresidente de LUMA, explicó que 750 brigadas trabajaban en la calle, con un plan de rotación que se extendería hasta hoy lunes. No obstante, advirtió que el último 10% de los clientes puede tardar más en restablecerse, ya que corresponden a averías más complejas o aisladas.
En el área metropolitana se registró un incendio en Bayamón, cuando un cable de alta tensión cayó sobre el suelo y provocó un fuego en un árbol y parte de una residencia. El evento fue controlado sin mayores consecuencias.
La gobernadora subrayó que la respuesta rápida es el factor clave en este tipo de emergencias y recordó que, aunque el sistema eléctrico sigue siendo frágil, el gobierno federal extendió las órdenes de emergencia para facilitar reparaciones. “Nuestro sistema es vulnerable, pero estamos destinando recursos para fortalecerlo”, sostuvo.
Mientras tanto, las lluvias y ráfagas continuaron afectando la isla hasta horas de la noche, por lo que las autoridades permanecían alertas al monitoreo de carreteras, ríos y costas debido al riesgo de inundaciones y marejadas.