El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, estaría considerando una ocupación militar completa de la Franja de Gaza, después del estancamiento en las negociaciones indirectas para una tregua con Hamás.
Israel ya controla alrededor del 75 % del territorio gazatí, pero los planes de Netanyahu implican extender el control sobre las zonas restantes, incluidas las áreas donde se cree que aún se encuentran aproximadamente 20 rehenes.
PUBLICIDAD
No obstante, altos mandos del ejército, especialmente el jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, se oponen rotundamente a esta operación, alertando sobre los riesgos estratégicos, militares y humanitarios.
La reunión del gabinete de seguridad, inicialmente prevista para esta semana, fue pospuesta por la fuerte división interna sobre el tema.
Críticas internas a Netanyahu
El exfiscal general Gali Baharav-Miara fue despedido por decisión del gobierno, lo que provocó una reacción inmediata del sistema judicial y oposición política, y llevó al Tribunal Supremo a suspender temporalmente la destitución.
Más de 550 ex altos mandos de seguridad —entre ellos exjefes de Mossad, Shin Bet y las Fuerzas de Defensa de Israel— han publicado una carta abierta instando al expresidente Trump a presionar al gobierno israelí para poner fin a la guerra, argumentando que Hamás ya no representa una amenaza estratégica.
Organizaciones israelíes de derechos humanos como B’Tselem y Physicians for Human Rights-Israel han calificado las acciones israelíes como genocidio, elevando el nivel de la crítica nacional e internacional.
PUBLICIDAD
En medios y espacios públicos dentro de Israel, la percepción empieza a cambiar hacia aceptar que Gaza se encuentra al borde de una hambruna masiva. Aunque muchos continúan desestimando esta realidad, emergen voces cuestionando la moralidad del conflicto.
Dimensión humanitaria y diplomática
El bloqueo impuesto desde marzo, que incluye restricciones severas sobre alimentos y combustible, ha creado condiciones críticas de hambre en Gaza. Más del 95 % de tierras agrícolas han quedado inutilizables, y la economía de la franja está colapsando.
Esta política, motivada en parte por las exigencias de los partidos ultranacionalistas de su coalición—como Ben‑Gvir y Smotrich—ha sido criticada como autodestructiva y contraproducente, tanto en términos morales como estratégicos.