Iryna Krynina se convirtió en la primera ciudadana rusa en visitar a su pareja detenida en un campo de prisioneros de guerra en Ucrania, una decisión que marcó un giro radical en su vida y la llevó a no querer regresar a Rusia.
La mujer abandonó su país en septiembre de 2023, acompañada por sus dos hijas de siete y diez años. Su destino final era Kiev, donde se encontraba encarcelado su pareja, Yevgeny Kovtkov, un combatiente del ejército ruso capturado por las fuerzas ucranianas. Kovtkov no es el padre biológico de las niñas, pero su vínculo con Krynina fue lo suficientemente fuerte como para emprender el arriesgado viaje.
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El trayecto comenzó con unas vacaciones planificadas en Turquía. Desde allí, Krynina voló a la República de Moldavia y posteriormente cruzó la frontera hacia Ucrania. Su travesía contó con el respaldo logístico del programa “Quiero vivir”, una iniciativa del servicio secreto ucraniano HUR que permite a soldados rusos entregarse de manera voluntaria y anónima.
Krynina, ahora residenciada temporalmente en Ucrania, asegura que no tiene intenciones de regresar a Rusia. Su caso ha llamado la atención internacional por ser la primera visita de una pareja rusa a un prisionero de guerra en territorio ucraniano desde que comenzó el conflicto.
Los motivos de Krynina
Krynina afirma que, hasta 2022, sabía poco sobre Ucrania, pero cuando su pareja fue enviado a la región de Donetsk para participar en combates reales, comenzó a interesarse por la guerra.
“Empecé a ver y leer todo lo que podía. Cuando me di cuenta de lo que realmente estaba pasando, no quise quedarme en Rusia”, explica Krynina a DW, y añade: “Me sentí completamente decepcionada con el poder estatal ruso, comprendí quién había atacado a quién. No quiero que mi familia y mis hijos sean responsables del horror que está ocurriendo. Por eso fui a Ucrania, para ayudar”, cuenta.
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Pero, una vez en Ucrania, Krynina sufrió una decepción. Su pareja, Yevgeny Kovtkov, no se alegró de su visita. Mientras la mujer quiso quedarse en Ucrania, Kovtkov espera un intercambio de prisioneros para regresar a Rusia. Hoy en día, ya no están juntos.
Proyecto “Nuestra salida”
En Ucrania, Krynina fundó el proyecto “Nuestra salida” (Nasch Vychod), a través del cual, los familiares de prisioneros de guerra rusos pueden ponerse en contacto con ellos. A esta iniciativa se ha sumado la conocida periodista rusa Viktoria Ivleva.
Krynina visita a los prisioneros, graba conversaciones con ellos, les entrega paquetes y hace posible que realicen llamadas telefónicas. Las videollamadas también sirven a los familiares de los prisioneros como prueba de que realmente se encuentran en cautiverio, dice, y añade que, en Rusia, es difícil ser reconocido como prisionero de guerra.
El canal de YouTube del proyecto “Nuestra salida” tiene más de cien mil suscriptores. En él se pueden verse cientos de entrevistas. Según Krynina, hoy en día los hombres que han sido liberados de prisión gracias a contratos con el ejército suelen acabar como prisioneros de guerra. “Van a la guerra con la esperanza de no ir al frente, sino de servir en algún lugar de la reserva. Firman los contratos, van a la guerra, son capturados y luego dicen que hubieran preferido seguir cumpliendo su condena”, cuenta.
El esperado fin de la guerra
Cuando Krynina llegó a Ucrania, Petro Jazenko, de la oficina de prensa del equipo de coordinación ucraniano responsable de los intercambios de prisioneros, explicó al portal ucraniano Detector Media que el papel de Krynina también consistiría en “ayudar a Ucrania en la guerra informativa contra Rusia”. Sobre esto, Krynina dice que quiere “mostrar a los rusos lo que realmente está pasando”.
La rusa está convencida de que sus videos son una de las razones por las que el proyecto “Nuestra salida” fue incluido en julio de 2025 en la lista de agentes extranjeros en Rusia. Cuando DW le pregunta si se siente culpable por los crímenes de sus compatriotas, responde: “No entiendo en absoluto por qué disparan. Para mí es muy difícil de soportar”.
Muchos rusos condenan la mudanza de Krynina a Ucrania y los ucranianos también la ven con sentimientos encontrados. La propia mujer afirma que, antes de mudarse a Ucrania, temía ser condenada por hablar ruso. Pero su miedo ha resultado infundado. En Kiev vive en un departamento alquilado piso y sus hijas van a una escuela ucraniana.
Krynina espera poder regresar algún día a una “Rusia libre”. Afirma que, tras la guerra desatada por Moscú contra Ucrania, las relaciones entre rusos y ucranianos nunca volverán a ser las mismas.
“Rusia ha causado mucho sufrimiento y miseria al pueblo ucraniano. Creo que los rusos se sentirán culpables, pero no podrán reparar el daño causado. No sé si los ucranianos podrán perdonar a los rusos por lo que han hecho. Pasarán generaciones antes de que podamos siquiera pensar en la paz”, reflexiona Krynina.
(mn/mn)