NUEVA YORK (AP) — El presidente estadounidense, Joe Biden, y su homólogo brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, expusieron hoy, miércoles, el apoyo que ambos brindan a los derechos de los trabajadores durante una reunión entre los dirigentes de las dos democracias más grandes del hemisferio occidental en Nueva York, pero dejaron claras sus diferencias sobre Ucrania y otros asuntos.
Anunciaron una nueva alianza para apoyar los derechos laborales al tiempo que evitaron discutir abiertamente sobre sus desacuerdos, como la guerra en Ucrania y el embargo estadounidense a Cuba. En comentarios a los medios de comunicación, Biden y Lula, estaban ansiosos por mostrar sus objetivos comunes al comienzo de su reunión en el marco de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
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El mandatario estadounidense trató de vincular la reunión a asuntos internos. Biden, defensor de los sindicatos desde hace mucho tiempo, está haciendo frente a huelgas en Estados Unidos de trabajadores del sector automotriz, de guionistas y de actores que buscan mejores salarios y protecciones en una economía global cambiante. Ha rechazado la petición del líder del sindicato United Auto Workers de unirse a las protestas.
“Cuando a la clase media le va bien, a todos les va bien. La clase trabajadora tiene la oportunidad de ascender. Y a los ricos les sigue yendo bien, siempre que paguen sus impuestos”, dijo Biden a Lula.
Lula aseguró que nunca había oído a un presidente estadounidense hablar tan bien de los trabajadores, y describió su causa común como una oportunidad para transformar los lazos entre ambos países.
“Esta reunión aquí, para mí, es más que una reunión bilateral; es el renacimiento de una nueva era en la relación entre Estados Unidos y Brasil. Es una relación entre iguales. Más tarde dijo que había sido como “un momento dorado para nosotros”, señaló Lula.
Las esperanzas iniciales de que Lula sería un aliado firme de Biden se han atemperado en los últimos meses, luego de que el presidente brasileño expresó su oposición en algunos asuntos y en ocasiones ha parecido mofarse de Washington.
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Por ejemplo: Rechazó las acusaciones de autoritarismo en Venezuela, reclamó una menor dependencia del dólar en el comercio mundial y acusó a Estados Unidos de alimentar el derramamiento de sangre en Ucrania al brindarle ayuda militar. En su discurso en la Asamblea General de la ONU ayer, martes, Lula criticó el embargo y las sanciones de Estados Unidos contra Cuba.
Biden tuvo relaciones frías con el predecesor de Lula, Jair Bolsonaro, un franco admirador de Donald Trump, quien esperó semanas antes de reconocer la victoria electoral de Biden en 2020.
Tras la derrota de Bolsonaro, sus simpatizantes irrumpieron en el Congreso, el Supremo Tribunal Federal y el palacio presidencial en Brasilia, en un intento de echar a Lula del poder. Las circunstancias fueron muy parecidas a lo ocurrido el 6 de enero de 2021 en el Capitolio de Estados Unidos. Lula rápidamente viajó a Washington, donde él y Biden reflexionaron sobre los desafíos a la democracia que ambos habían superado.
El objetivo de su nueva alianza en materia laboral es acabar con la explotación de los trabajadores y con el trabajo forzoso e infantil, así como con la discriminación en el lugar de trabajo, y crear un posible modelo al que puedan sumarse otros miembros del G20. Los dos mandatarios también quieren garantizar que el paso de los combustibles fósiles a las energías renovables haga énfasis en la importancia de los derechos de los trabajadores.
Biden considera el apoyo de los sindicatos una parte esencial de sus esfuerzos de reelección en 2024, y subraya que sus políticas crearán puestos de trabajo en fábricas y en la construcción que no requieran un título universitario.
“Ya sea sobre los trabajadores del sector automotriz o de cualquier otro trabajador sindicalizado, las ganancias récord de las empresas deberían significar contratos récord para los trabajadores sindicalizados”, puntualizó Biden, tratando de vincular el anuncio con las huelgas que se están produciendo en Estados Unidos.
Lula se inició en la política como líder de un poderoso sindicato metalúrgico y, el miércoles, destacó que pasó más de dos décadas en fábricas y que no tiene ningún título universitario.
“Este gesto que estamos haciendo aquí es un despertar de esperanza para millones y millones de brasileños y estadounidenses que necesitan tener la oportunidad de vivir la vida, de triunfar, de trabajar y construir decentemente su familia”, expresó Lula.