Al menos 700 personas han muerto de hambre en la región etíope de Tigray en las últimas semanas, desde que Estados Unidos y las Naciones Unidas dejaron de enviar ayuda alimentaria, dicen funcionarios locales e investigadores.
La ONU y Estados Unidos suspendieron la ayuda a Tigray en marzo al descubrir un plan para robar trigo donado para personas necesitadas. Extendieron la suspensión al resto de Etiopía a principios de junio, lo que afecta a 20 millones de personas, la sexta parte de la población del país.
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La Comisión de Gestión del Riesgo de Desastre de Tigray ha registrado 728 muertes debidas al hambre en tres de las siete zonas de la región desde la suspensión de la ayuda en marzo. Los datos se basan en información reunida por oficiales del distrito, dijo el líder de la comisión, Gebrehiwot Gebregziaher.
“La situación en Tigray es muy difícil. Mucha gente muere debido a la escasez de alimentos”, dijo Gebrehiwot.
La cifra incluye 350 muertes por hambre en la zona noroeste de Tigray, donde residen miles de personas desplazadas por dos años de conflicto en la región que finalizaron en noviembre. A mediados de marzo, funcionarios estadounidenses hallaron que había alimentos donados suficientes para 134.000 personas que se vendían en un mercado local en Shire, la población más grande de la zona.
Por su parte, investigadores de la Universidad Mekele en la capital regional han registrado 165 muertes de hambre en siete campamentos de personas desplazadas en Tigray desde que comenzó la suspensión de la ayuda. Hay un centenar de campamentos en la región.
Coordinadores de los campos suministraron los datos a los investigadores, que estudian a las personas desplazadas por la guerra reciente. La mayoría de los muertos son niños, ancianos y personas con problemas de salud, dijo un investigador, que habló bajo la condición de anonimato por miedo a las represalias. Vinculó las muertes directamente a la suspensión de la ayuda.