Docenas de activistas contrarios a la energía nuclear se manifestaron para pedir que Japón abandone su plan de verter agua tratada al mar, aún radiactiva, de una central nuclear dañada por un tsunami, un proceso que podría comenzar en los siguientes meses.
“¡No arrojen el agua contaminada al mar!”, corearon los manifestantes ante la sede de la firma Tokyo Electric Power Company Holding, con carteles con lemas como “detengan el agua contaminada”.
PUBLICIDAD
La compañía que gestiona la planta dañada en el desastre de 2011 casi ha terminado de construir las instalaciones necesarias para verter la enorme cantidad de agua, entre especulaciones de que el vertido podría comenzar en algún momento a partir de junio.
“Incluso después del tratamiento, queda algo de radiación en el agua”, dijo Harumichi Saito, activista de Iwaki, una ciudad al sur de la planta dañada. “Es un proyecto multigeneracional de décadas que debe conseguir el consenso de la población”.
El sismo y el tsunami del 11 de marzo de 2011 dañaron los sistemas de refrigeración de la planta de Fukushima Daiichi, lo que afectó a tres reactores nucleares e hizo que el agua que los refrigeraba absorbiera mucha radiación y se filtrara a los sótanos de los edificios. Esa agua se recoge, trata y almacena en tanques que ocupan buena parte de la planta.
El gobierno y TEPCO dicen que los tanques deben retirarse para dejar espacio y poder desmantelar la planta, así como para minimizar el riesgo de fugas en caso de otro desastre.
El plan encontró una férrea oposición en las comunidades pesqueras locales, preocupadas por la seguridad y el daño reputacional. Países vecinos como Corea del Sur, China y naciones insulares del Pacífico protestan ante la decisión de la planta.
PUBLICIDAD
Las autoridades japonesas dicen que el agua se filtrará a niveles que cumplirán el estándar mínimo internacional para su liberación y se diluirá más en agua de mar antes de verterla, lo que la hará inofensiva.
Sin embargo, algunos científicos dicen que todavía se desconoce el impacto de largo plazo a una exposición a niveles bajos de tritio y otros radionucleidos en el entorno y en las personas, y señalan que el proceso debería retrasarse.
“El Océano Pacífico no pertenece a Japón. Pertenece a todos los seres vivos en el océano y a cualquiera que dependa de él para ganarse la vida”, dijo el coordinador del grupo Korea Radiation Watch, Kyoungsook Choi. “Hoy estamos aquí para enviar el mensaje de que Japón no tiene derecho a verter el agua radiactiva”.
Tokio y Seúl acordaron hace poco que una delegación surcoreana visite la planta a finales de mayo para observar los preparativos para el vertido, dentro de un esfuerzo de los dos países de mejorar unas relaciones complicadas por disputas históricas.