BUENOS AIRES (AP) — Cientos de desempleados y trabajadores del sector informal desalojaban el jueves una plaza de Buenos Aires donde acamparon durante la noche en reclamo de más ingresos y ayuda para contrarrestar la inflación, que ha agravado su pobreza.
Sin embargo, advirtieron que continuarán con las protestas.
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Los integrantes de combativas organizaciones sociales como el Polo Obrero y el Movimiento Socialista de los Trabajadores recogían sus carpas, mantas, colchonetas y otros enseres con los que pasaron la noche en la Plaza de Mayo, frente a la casa de gobierno, y hacían fila en las paradas de los autobuses para retirarse del lugar.
La decisión de poner fin a la protesta que cumplió 24 horas -una más de las que se suceden a menudo en Argentina en medio de la aceleración de los precios y el creciente deterioro social- se tomó durante una asamblea de dirigentes de estos movimientos sociales.
Los manifestantes decidieron pasar la noche en el lugar en protesta por la imposibilidad de reunirse con el ministro de Economía, Sergio Massa, a quien querían elevar sus reclamos. Massa asumió hace una semana en un intento del presidente Alberto Fernández de enderezar la economía y combatir la suba de precios -particularmente la de alimentos- que ha agudizado la pobreza que ya afecta a cerca de 40% de la población de unos 47 millones de habitantes.
Eduardo Belliboni, dirigente del Polo Obrero, anunció con anterioridad a la asamblea que el desalojo se iba a producir, pero acotó que las protestas continuarán hasta que se entreguen mayores ayudas estatales para los más desfavorecidos por la suba de precios y un cambio en el modelo económico.
“Es una locura que haya trabajadores que cobren 50.000 o 60.000 pesos al mes (entre 350 y 430 dólares)... Hoy la inflación en alimentos está en dos dígitos y cada vez hay más gente en los comedores”, se quejó Belliboni en referencia a que incluso los trabajadores del sector formal acuden a esos lugares para recibir alimentos porque no llegan a fin de mes.
La protesta comenzó en vísperas de la difusión de la inflación de julio, que economistas privados calculan en al menos 7% y promete ser la tasa mensual más alta en 20 años. Según los últimos datos oficiales de junio, la suba de precios fue de 5,3% mientras que la tasa interanual escaló a 64%, lo que sitúa a Argentina como uno de los países con mayor inflación en el mundo.