El éxodo masivo de refugiados ucranianos hacia la frontera oriental de la Unión Europea no daba indicios de detenerse el lunes, y las Naciones Unidas calculan que más de 520.000 personas ya han huido de la guerra de Rusia contra Ucrania.
Autos y autobuses hacen largas filas en cruces fronterizos de Polonia, Hungría, Eslovaquia, Rumania y Moldavia, este último un país que no forma parte de la Unión Europea. Otros cruzaban las fronteras a pie, cargando con sus posesiones.
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Cientos de refugiados fueron congregados en un centro de recepción temporal en la localidad fronteriza húngara de Beregsurány, donde esperaban transporte hacia centros de tránsito, en los que serían trasladados al interior de Hungría y más allá.
Maria Pavlushko, de 24 años, una gerente de proyectos de tecnología de la información de Yitomir, una ciudad ubicada a unos 100 kilómetros (60 millas) al oeste de Kiev, la capital ucraniana, dijo que estaba de vacaciones esquiando en los montes Cárpatos cuando le avisaron que la invasión rusa había iniciado.
“Mi abuela me llamó para decirme que había guerra en la ciudad”, afirmó.
Pavlushko planea viajar de Hungría a Polonia, donde vive su madre. Pero su abuela continúa en Yitomir, y su padre se quedó para unirse a los combates contra las fuerzas rusas invasoras enviadas por el presidente Vladimir Putin.
“Me siento orgullosa de él”, declaró. “Muchos de mis amigos, muchos jóvenes están yendo... a matar (a los soldados rusos)”.
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Muchos de los refugiados en Beregsurány, al igual que en otras zonas fronterizas de Europa del Este, proceden de la India, Nigeria y otros países africanos, y estaban trabajando o estudiando en Ucrania cuando estalló la guerra.
Masroor Ahmed, un estudiante de medicina indio de 22 años que vivía en Ternópil, en el oeste de Ucrania, llegó con otros 18 estudiantes indios a la frontera húngara. Dijo que esperaban llegar a la capital Budapest, donde el gobierno indio ha organizado un vuelo de evacuación para sus ciudadanos.
Ternópil aún no había sufrido violencia cuando partieron, pero “puede ser que haya un bombardeo la próxima hora, el próximo mes o el próximo año. No estamos seguros, por eso dejamos esa ciudad”, señaló Ahmed.
En un giro de 180 grados respecto a su añeja oposición a la migración y su negativa a aceptar refugiados de Medio Oriente, África y Asia, Hungría ha abierto sus fronteras a todos los refugiados que huyen de Ucrania, incluidos los ciudadanos de terceros países que puedan demostrar su residencia en el país.
En el marco de un acuerdo con algunos gobiernos extranjeros, Hungría ha creado un “corredor humanitario” para escoltar a ciudadanos no ucranianos desde la frontera hasta los aeropuertos de la ciudad de Debrecen y Budapest.
Priscillia Vawa Zira, una nigeriana que estudiaba medicina en la ciudad ucraniana oriental de Járkiv, dijo que huyó hacia Hungría cuando los militares rusos iniciaron un ataque.
“La situación era muy terrible. Había que correr porque las explosiones se producían aquí y allá cada minuto”, declaró.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Filippo Grandi, dijo el lunes por video ante el Consejo de Seguridad de la ONU que hasta la fecha más de 520.000 refugiados han huido de Ucrania, un número que, según dijo, “ha estado aumentando exponencialmente, hora tras hora”.
La ONU prevé que la cifra total alcance 4 millones en las próximas semanas, comentó Grandi.
En Polonia, país que ha reportado el mayor número de arribos con más de 280.000, los trenes seguían trayendo refugiados a la ciudad fronteriza de Przemysl el lunes. Con abrigos de invierno para protegerse de las bajas temperaturas, muchos llevaban pequeñas maletas al salir de la estación.
El embajador polaco ante la ONU, Krzysztof Szczerski, dijo que, además de ucranianos, entre los que llegaron el lunes había personas de unas 125 nacionalidades, incluyendo uzbekos, nigerianos, indios, marroquíes, paquistaníes, afganos, iraníes, iraquíes, turcos y argelinos.
Otoman Adel Abid, estudiante iraquí, huyó a Polonia desde la ciudad ucraniana occidental de Leópolis después de que, según dijo, cundiera el pánico entre muchos en la urbe.
“Todo el mundo corrió a comprar algo de comida y oímos bombas por todas partes”, comentó a The Associated Press. “Después de eso nos pusimos directamente a empacar nuestra ropa y algunos documentos y corrimos a la estación de tren”.
Natalia Pivniuk, una joven ucraniana de Leópolis, describió que la gente se amontonaba y empujaba para subir al tren, lo que, señaló, daba “mucho miedo, y era peligroso física y mentalmente.”
“La gente está estresada... y cuando la gente tiene miedo se vuelve egoísta y se olvida de todo”, dijo. “La gente está traumatizada porque estaba en ese tren”.
Maxime Guselnikov se iba de Polonia para volver a Ucrania con el fin de unirse a la lucha contra Rusia, señaló, y añadió que su esposa e hija siguen en Kiev junto con amigos y colegas.
“Vuelvo a Kiev para luchar”, dijo. “Los rusos vinieron a matar a nuestros hermanos, soldados, nuestros niños, madres, hijos. Voy a vengarme por ello. Debo reaccionar”.
Muchos de los que huyen de Ucrania se dirigen a países más hacia el oeste.
Aksieniia Shtimmerman, de 41 años, llegó con sus cuatro hijos a Berlín el lunes por la mañana tras un viaje de tres días desde Kiev.
Sentada en una banca dentro de la principal estación de trenes de la capital alemana, trataba de descifrar un folleto con instrucciones y mapas sobre cómo llegar a un refugio para los recién llegados.
Mientras intentaba consolar a sus gemelos de 3 años que lloraban, Shtimmerman dijo que había trabajado en telecomunicaciones en una universidad de Kiev, pero que ahora sólo buscaba un lugar donde ella y sus hijos pudieran comer, dormir y descansar.
“Cogí a mis hijos el viernes a las 7 de la mañana para huir de la guerra”, dijo Shtimmerman. “Ya ni siquiera puedo contar cuántos trenes diferentes tomamos hasta que llegamos aquí”.
El Ministerio del Interior de Alemania dijo que para el lunes en la madrugada habían llegado 1.800 refugiados procedentes de Ucrania, pero que el número estaba aumentando constantemente conforme arribaban más trenes desde Polonia.
En la ciudad rumana de Siret, la comisionada del Interior de la UE, Ylva Johansson, visitó un puesto fronterizo por el que entraban miles de refugiados procedentes de la vecina Ucrania.
Johansson, que visitó algunos de los puestos humanitarios de la frontera, elogió la “conmovedora” cooperación entre voluntarios y autoridades, y dijo que la UE está unida “de una manera que nunca antes habíamos visto”.
Señaló que era un “momento muy difícil en el que volvemos a ver guerra en Europa, en el que vemos la agresión, la invasión de Putin hacia un país soberano y vecino”.
Europa está “demostrando que nos basamos en otros valores que Putin”, aseveró.