Estilo de Vida

Las relaciones humanas como indicador de bienestar

Un enfoque relacional para comprender la pobreza y el desarrollo humano

Bienestar

Metro Puerto Rico publica este artículo como parte de una colaboración con Latinoamérica21, plataforma de sindicación líder en América Latina, especializada en artículos de análisis y opinión sobre temas políticos, económicos, científicos y medioambientales de la región.

Como economista formado en una universidad pública en Colombia, crecí rodeado de personas talentosas y decididas a superar sus circunstancias.

Hoy, cuando muchos de mis compañeros y yo hemos alcanzado metas que alguna vez parecieron inalcanzables, reconozco que nuestro avance no se explica solo por las capacidades innatas o los recursos económicos, sino por algo menos medible: el apoyo mutuo, el compañerismo, las amistades y los lazos de confianza que nos sostuvieron en los momentos más inciertos.

En medio del caos, cuando no sabíamos qué hacer o cómo resolver las dificultades, fueron esas relaciones humanas las que nos permitieron superarlas. Esa experiencia me lleva a cuestionar cómo la economía ha definido la pobreza y la calidad de vida, y hasta qué punto sus indicadores han dejado fuera lo más esencial de la vida social: nuestras conexiones con los demás.

Más allá del ingreso

Por décadas, la academia y los organismos internacionales han centrado el debate en indicadores que reducen la pobreza a una cuestión monetaria, como si un umbral de ingresos explicara por completo las condiciones del bienestar humano.

Ni siquiera el enfoque de las capacidades —propuesto por Amartya Sen— logra capturar por sí solo la complejidad de la vida si las oportunidades reales están restringidas. Cuando se niega el acceso a una buena educación, a un empleo digno o a crédito, las capacidades se frustran y la pobreza persiste.

Pero hay algo más profundo que a menudo queda fuera de los análisis: las relaciones interpersonales. Como señaló Silvia Congost en la conferencia El secreto de las relaciones, la calidad de vida de una persona no depende exclusivamente de los ingresos, títulos o éxitos, sino de las relaciones de calidad: eso le da sentido a la vida.

‘Ubuntu’: “Yo soy porque nosotros somos”

La filosofía africana ubuntu, difundida por Desmond Tutu y Nelson Mandela, ofrece una alternativa poderosa a los modelos de desarrollo centrados en el individuo. “Yo soy porque nosotros somos” sintetiza una visión del bienestar basada en la interdependencia.

Esta pobreza relacional no alude a una carencia material, sino a la falta de vínculos sociales estables, confianza interpersonal y reconocimiento. Es una forma de empobrecimiento emocional y cívico que se traduce en aislamiento, miedo e indiferencia colectiva. Axel Honneth lo expresó con claridad: la lucha por el reconocimiento es tan importante como la lucha por los recursos.

Estudios recientes refuerzan esta idea. The Spirit Level, de Richard Wilkinson y Kate Pickett, muestra que las sociedades más desiguales no solo son menos saludables, sino también más desconfiadas. El Informe Mundial sobre la Felicidad 2024 identifica las relaciones sociales como el principal determinante del bienestar subjetivo, incluso por encima del ingreso. Y la OCDE, en su Better Life Index, incluye las “relaciones sociales” como una dimensión esencial del bienestar, aunque en América Latina aún no logran ser centrales en la política pública.

El desafío de lo virtual

Por más útiles que sean las redes sociales virtuales y las inteligencias artificiales, ninguna tecnología puede sustituir la presencia humana. Ningún algoritmo puede replicar la experiencia de mirar a los ojos, compartir silencios, sentir la empatía real del contacto o de ofrecer una ayuda coherente con la moralidad humana.

América Latina enfrenta una doble pobreza: la material y la relacional. Según el Latinobarómetro 2024, apenas el 15,3% de los latinoamericanos confía en sus conciudadanos.

Las políticas sociales, aunque necesarias, suelen enfocarse en la renta más que en la relación —ni siquiera el Índice de Pobreza Multidimensional se sale de esta visión—.

Repensar la medición del bienestar

El Reino Unido y Nueva Zelanda ya incluyen en sus presupuestos variables sobre relaciones personales y cohesión social. En América Latina, la Cepal ha avanzado en la medición de la cohesión social, pero aún falta integrar estos indicadores en el corazón de las políticas antipobreza.

       

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