El día a día y su acelerado ritmo nos lleva a vivir constantemente apurados y sobre todo, presionados, situaciones que sin dudas terminará en importantes cansancios mentales y físicos y de mantenerse a lo largo de la vida, impactará la salud de manera seria cuando se llegue a la adultez mayor y etapas de la tercera edad.
Es por ello que muchas personas intentan aplicar en su estilo de vida el movimiento slow, mismo que nació en Italia en la década del ochenta en el ámbito de la alimentación y como respuesta a la invasión de cadenas de comida rápidas que estaba experimentando Europa.
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Características del Slow living
Traducido al castellano es conocido como “vida slow”, y su filosofía consiste en vivir el día a día en la manera más pausado posible, intentando en todo momentos conectar con lo pequeño y lo simple. Se trata un movimiento cultural internacional que promueve un estilo de vida desacelerado y enfocado en el momento.
Entre sus característica más influyente, la clave de la felicidad y el bienestar está en priorizar los hábitos que fomentan un equilibrio entre cuerpo y mente, así como el propio desarrollo integral. Pasar más tiempo con los seres queridos, realizar actividades físicas, disfrutar de viajes para relajarse y darse el tiempo para descansar son algunas de las prácticas que se posicionan cada vez más en el mundo actual.
La principal propuesta es comprender cuáles son nuestras prioridades al momento y tomarnos el tiempo de procesarlas para comprenderlas mejor y actuar en consecuencia de nuestros deseos conscientes. El Slow Living requiere de una vida más sencilla, en la que las personas puedan vivir el presente con mayor sencillez que cuando se encuentran haciendo muchas cosas a la vez o con demasiada prisa para lograr que el día alcance para múltiples actividades.