Vamos con calma, no vaya a ser que, sin querer, nos embarremos. Entendernos es una acrobacia lingüística muy compleja. ¿Por qué? Pues porque no basta con saber el significado literal de las palabras. Comprender los actos de habla implica mucho más y la disciplina lingüística que se encarga de mirar estos asuntos es la pragmática.
En términos MEGA generales, la pragmática se ocupa de estudiar la INTERPRETACIÓN que los hablantes les damos a los actos de habla. Su objeto de estudio excede los límites de lo gramatical para adentrarse alegremente en el CONTEXTO y en cómo este condiciona el significado que habremos de asignarle a una conversación cualquiera. A la hora de interpretar todo cuenta: conocimientos previos, cultura, creencias, intenciones, relación entre hablantes, factores extralingüísticos, entorno, en fin, TODO. Y es que una oración, así solita y literal, para ser interpretada adecuadamente, necesita de su contexto.
Es nuestra COMPETENCIA PRAGMÁTICA la que nos permite interpretar y hacer deducciones e inferencias sobre lo que nos dicen o escuchamos. Ya sabe. Mucho cuidado con lo que le preguntan ¡y lo que contesta, no vaya a ser que termine embarrado con eso “de cuyo nombre no quiero acordarme”.