“Firmamos un acuerdo secreto”. Así respondió, entre risas, Diego Luna a la pregunta sobre si tiene algún acuerdo con Gael García Bernal de juntarse en proyectos en español.
Luego de la icónica película de Alfonso Cuarón, Y Tu Mamá También, los actores se reencontraron en Rudo y Cursi, y junto a Will Ferrell en la comedia de Hollywood Casa de Mi Padre, hablada completamente en español, y ahora repiten en la serie La Máquina. Sobre este nuevo proyecto en la plataforma Hulu, los actores charlaron con Metro Puerto Rico.
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La serie de seis episodios, la primera producción original en español de la plataforma, presenta la historia de Esteban “La Máquina” Osuna, un boxeador en el ocaso de su carrera que tiene que lidiar con las consecuencias de una prolífera, pero dura trayectoria que le pasa factura. Mientras que Luna, en una inusual transformación física, interpreta a su mejor amigo y manejador, Andy Luján, que no solo sostiene una relación tóxica con su madre, interpretada por la legendaria Lucia Méndez, sino que se ve involucrado en negocios turbios, historia que va a mover la narrativa de la serie.
Todas sus colaboraciones han sido en español y con una fuerte conexión con México. ¿Es coincidencia o tienen algún tipo de acuerdo?
—Diego - Firmamos un acuerdo secreto. No, no es un acuerdo, es un deseo, es una necesidad, es como una convicción. Tiene que ver con muchas cosas. Además, como actores es donde más libres nos sentimos, trabajando en nuestro idioma. Hablando y contando historias que tienen que ver con un contexto que compartimos.
Siempre ha existido una rivalidad en el boxeo entre México y Puerto Rico. ¿Cuál es su pelea favorita entre puertorriqueños y mexicanos? La mía es la de Margarito y Cotto.
—Gael - Esa fue tremenda porque además venía, o sea, Margarito venía pagándolas todas. La primera fue muy desastrosa. Pero creo que la época de Wilfredo Benítez hubo buenas peleas, Wilfredo Gómez, etc. A nosotros nos tocó una emblemática que fue la de Chávez y Macho Camacho. Que con todo lo que hicieron, eran como un fenómeno y además la historia que contaron. Fue como una de las peleas más importantes del siglo. Fue así como una cosa que lograron vender muy bien.
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Gael, tu segundo proyecto consecutivo interpretando a un deportista, luego de Cassandro. En ambas hay un trasfondo de la relación con sus padres que afectan el futuro del personaje, ¿cómo comparas ambos personajes?
—Sí, pues mira, eso es parte de la naturaleza del atleta también y de los deportes de contacto. Gran parte de la ventaja de ser buen boxeador es recibir golpes. Saber cómo, cómo esquivarlos y de alguna manera minimizar el daño, pero también cómo aguantar ese daño. Entonces, se vuelve una cosa muy complicada que con el tiempo se va manifestando y de una forma muy cruel. Porque el deterioro pasa muy rápido, nada más hay que ver, por ejemplo, las últimas frases que decían boxeadores leyendas, como Muhammad Ali o Mike Tyson, que hablaban de cómo ya no pueden respirar, ya no pueden ver, ya no pueden seguir adelante con esto del boxeo. Además, es un deporte de altísimo rendimiento, donde la juventud definitivamente es un factor importantísimo. Pero, ¿qué pasa? Con la madurez aprendes a hacer las cosas. Entonces, también es muy lindo hacer un cuento acerca de esto. Cómo en el deporte es muy cruel esa controversia. De que todavía sabes hacer las cosas, pero tu cuerpo ya no da, como en la vida, es al revés, la vida justamente te da esas oportunidades de poder hacer mejor las cosas mientras vas creciendo.
Diego, tu personaje es determinado, pero a la misma vez es bien vulnerable y hasta sumiso en sus relaciones con las mujeres. Háblame un poco sobre ese aspecto del personaje.
Diego - Creo que tiene una debilidad brutal. Pero no la ha sabido confrontar. Se le pasa el tiempo y se quiere aferrar. De alguna forma, es un paralelo a la historia, a la historia del boxeador, y el tiempo que pasa y el tiempo que se le acaba. Yo creo que el mundo cambia y Andy no se da cuenta cuando cambia. Y cuando se da cuenta es muy tarde y toma las decisiones más tontas basadas en el miedo, en el miedo de entender y aceptar que su tiempo pasó.