El dolor y el trauma impregnan el nuevo drama del director mexicano Michel Franco, “Memory”, sobre dos almas perdidas que encuentran un sorprendente consuelo mutuo. Tanto Sylvia, interpretada por Jessica Chastain, como Saul, encarnado por Peter Sarsgaard, son rehenes de sus propias mentes, aunque de maneras muy diferentes. A ella la persiguen los recuerdos. A él se le está desvaneciendo la memoria. Y ninguno de los dos es del todo digno de confianza.
“Memory”, que se estrena a nivel nacional en Estados Unidos este fin de semana, comienza como una película aparentemente estándar sobre “una persona dañada”, presentando a Sylvia en su festejo por 13 años de sobriedad en una reunión de Alcohólicos Anónimos a la que asiste con su hija de 13 años. Pero este dramático misterio tiene capas, agravadas por narradores poco fiables y zonas morales grises. Antes de que te des cuenta, la historia pasa de ser algo familiar a algo completamente inesperado.
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Aunque no es fácilmente clasificable, “Memory” es un viaje reflexivo que presenta excelentes interpretaciones tanto de Chastain como de Sarsgaard, quien fue recompensado con el premio al mejor actor en el Festival de Cine de Venecia el otoño pasado. Si bien hay momentos de ligereza para romper con la angustia, tiene otras escenas que podrían ser sobrecogedoras para muchos y explora temas difíciles, desde el abuso sexual hasta las enfermedades mentales, de maneras bastante insatisfactorias. Quizás sea bueno que las vacaciones hayan terminado porque no es un filme apto para toda la familia, especialmente si esconden sus propios secretos que se han convertido en un trauma generacional.
El filme te une al principio a Sylvia, una trabajadora social y madre soltera que desconfía de todo y de todos. Ella siempre parece lista para salir corriendo en busca de seguridad y supervivencia. Vive según una estricta rutina: acompañar a su hija, Anna (Brooke Timber), a la escuela, trabajar a una casa de cuidados para adultos con discapacidades y asistir a sus reuniones de AA. El hogar es una fortaleza: tan pronto como entra a su oprimido apartamento, cierra la puerta con llave tres veces y activa una alerta de seguridad para proteger el lugar.
Por eso es sorprendente que su hermana menor Olivia (Merritt Wever) pueda convencerla de acompañarla a una reunión de exalumnos de secundaria al principio de la película. La decisión parece aún más insondable cuando conoces detalles adicionales sobre los años escolares de Sylvia, pero está claro que ella se siente incómoda e infeliz en el evento, que pronto abandona.
Por un momento, te preguntas si quizás sus miedos y ansiedades están justificados cuando se da cuenta esa noche de que un hombre la sigue a su casa, primero por la calle, luego en el mismo vagón del metro, hasta llegar a su puerta. Es como una pesadilla mientras busca las llaves. Aguantas la respiración hasta que ella entra. Horas más tarde, el hombre todavía está ahí afuera, mirándola. ¿Está imaginado? ¿Un sueño? ¿Un ex? ¿Un extraño?
El hombre en cuestión es Saul, de quien descubre que sufre demencia de aparición temprana. Él no recuerda que la siguió a casa ni por qué, pero parece obsesionado con ella. Su hermano, Isaac (Josh Charles), pregunta si Sylvia querría trabajar para ellos como cuidadora de Saul.
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Y Saul y Sylvia desarrollan un vínculo profundo entre ellos que va más allá de los límites de los cuidadores profesionales. Ambos están dañados y anhelan una conexión y su amistad es como un bálsamo, hasta que evoluciona hacia algo más. Sin entrar en demasiados detalles, esta relación presenta un dilema ético que la película no parece dispuesta a abordar de manera seria, lo que hace que “Memory” parezca, en el mejor de los casos, subdesarrollada. En el peor de los casos, ni siquiera está segura de lo que intenta decir. El filme tiene uno de esos finales que parece feliz, pero te deja con un sentimiento persistente de temor y preocupación por todos los involucrados.
Las películas pueden ser máquinas de empatía y también una forma de terapia, dando al público permiso para ponerse en el lugar de un extraño y sentir cosas que de otro modo podrían parecer demasiado difíciles, demasiado transgresoras, simplemente demasiado.
Sarsgaard hace un hermoso trabajo interpretando a este hombre pasando por una situación terrible, cuyo cuerpo todavía funciona, pero cuya mente lo traiciona. Su caso no es el único: Sylvia también tiene una memoria defectuosa, al igual que los miembros de su familia, como su madre interpretada brillantemente por Jessica Harper. Todo esto se convierte en miseria, secretos y vergüenza.
La memoria puede ser imperfecta, nos recuerda esta película, pero los sentimientos rara vez lo son.
“Memory”, un estreno de Ketchup Entertainment, debuta en cines de Estados Unidos el viernes. Tiene una clasificación R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “desnudos, contenido sexual y diálogos”. Duración: 110 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.