A Jason Kravits la gente lo reconoce, pero no están seguros de cómo. “Soy ese chico que se parece al compañero con el que fuiste a la escuela secundaria”, dice Kravits. “La gente cree que me acaba de ver en alguna parte”.
En realidad, lo han hecho, en la televisión, generalmente como abogado o médico. “He tenido suficientes papeles como para estar en tu sala de estar en una noche cualquiera”, dice el actor veterano. “Pero la mayoría de la gente no sabe mi nombre”.
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Kravits es uno de esos actores a los que los líderes sindicales se refieren como “jornaleros”, que tienden a trabajar por salarios menores y pasan al menos tanto tiempo haciendo fila como trabajando. Pueden tener un gran año, luego uno malo, sin un patrón definido. “Siempre estamos al borde de la lucha”, dice Kravits.
Y ellos, no los grandes nombres de Hollywood que se han visto en los mítines, están en el corazón de la huelga de actores.
Muchos dicen que temen que el público en general piense que a todos los actores se les paga generosamente y que ellos se dedican a la actuación por amor al arte, casi como un pasatiempo. Sin embargo, en la mayoría de los casos es su único trabajo y necesitan calificar para un seguro médico, pagar el alquiler o una hipoteca, pagar la escuela y la universidad de sus hijos.
“No somos Tom Cruise”, dice Amari Dejoie, de 30 años, quien estudia actuación, hace trabajos como extra y modelaje para mantenerse a flote, y está considerando trabajar como camarera durante la huelga. “Tenemos que pagar el alquiler y las facturas, y vencen el primer día. Y a tu apartamento no le importa que tu cheque no fuera tan alto como esperabas”.
En entrevista, actores en diferentes etapas de sus carreras discutieron sus vidas y las razones por las que se declararon en huelga.
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UN CHEQUE POR UN CENTAVO
Recientemente, Jennifer Van Dyck recibió un par de cheques de regalías por correo, uno por 60 centavos, otro por 72 centavos. Pero ella ha visto cosas peores.
“La broma es cuando te envían por correo el cheque de un centavo cuyo envío cuesta 44 centavos”, dice la actriz veterana de Nueva York, refiriéndose a los pagos por reposiciones y otras emisiones de una película o programa de televisión después de su estreno inicial.
Aun así, Van Dyck se considera afortunada. Con muchas apariciones en programas como “The Blacklist”, “Madam Secretary” y especialmente “Law & Order”, donde apareció como estrella invitada 13 veces, además de trabajo de doblaje, ha podido ganarse la vida durante más de 30 años sin tener que buscar un trabajo fuera de la industria.
“Sigues avanzando”, dice ella. “Cuando las cosas se secan en un área, pasas a la siguiente. Es mantener todas las pelotas en el aire: teatro, cine, televisión, locución, audiolibros. Llámenos jornaleros: la mitad del requisito de trabajo es buscar trabajo”.
Van Dyck dice que el surgimiento del streaming ha reducido los ingresos de los actores de manera alarmante, porque los servicios de streaming dan pequeñas regalías, si es que las dan. Y cuando se trata de negociar una tarifa para aparecer en un programa, a los estudios no parece importarles si tienes 37 años de experiencia. “Dicen: ‘Esto es lo que estamos ofreciendo, tómalo o déjalo’”.
Todavía le sorprende la percepción errónea de que los actores son ricos y famosos. “La mayoría de nosotros no lo somos”, dice ella. “Pero todos esos otros papeles (en un programa exitoso) y todos esos otros programas que se dejan de lado o desaparecen, eso también es trabajo. Y esas historias no se pueden contar sin (nosotros)”.
“Nadie quiere irse a huelga”, agrega Van Dyck. Pero ella siente que la industria está en un punto de inflexión. Y, “en un momento determinado tienes que decir, ‘No más’”.
NO ES UN HOBBY
Al crecer en el área de Washington, a Kravits le picó el gusanillo del teatro desde muy temprano, actuando en un teatro comunitario cuando tenía 10 u 11 años. Estudió teatro en la universidad y finalmente se dirigió a Nueva York y luego a Los Angeles.
En Los Angeles, tuvo suerte y ganó un papel recurrente en “The Practice” de David E. Kelley.
Kravits bromea que ganaría mucho más dinero como abogado de verdad, pero le gusta interpretarlos. “Me gusta decir que interpreto a muchos abogados, pero nunca al mismo abogado. Interpreto a un abogado malo, un abogado tonto, un abogado divertido, un abogado odioso, un abogado incompetente. Cada papel es diferente para mí”. La mayor parte del tiempo, está en un programa de uno o dos episodios.
Kravits dice que solía haber espacio para la negociación en todo, incluida la facturación y los camerinos, pero ya no: “Estás negociando con Wall Street. Y en Wall Street es todo resultado final”.
El cambio más difícil ha sido con las regalías más importantes. “No creo que la gente se dé cuenta fuera de la industria de lo importantes que son los pagos residuales para permitirse ser actor”, dice.
Y debido a lo escasas que son las regalías de streaming, Kravits dice que tiene programas de canales abiertos que hizo hace 10, 15 e incluso 20 años que todavía producen más regalías que los programas destacados que ha hecho para los servicios de streaming en los últimos años, como “The Undoing” de HBO o “Halston” de Netflix.
“No decidí hacer esto como un pasatiempo”, dice Kravits. “No puedo permitirme hacerlo como un pasatiempo”.
ACCIONES CONSECUENTES
El final de la serie que transformó la carrera de la actriz Diany Rodríguez, “The Blacklist” de NBC, se emitió el mismo día en que Hollywood se paralizó.
A Rodríguez, quien interpretó a Weecha, la guardaespaldas del personaje estelar de James Spader, le hubiera encantado participar en las redes sociales y celebrar la última participación de su personaje, pero la huelga lo hizo imposible. Tenía varios proyectos nuevos reservados, pero ahora está entregada a sus deberes como líder local en la huelga.
Ella ve el paro como parte de un movimiento laboral más grande en el país: “Estoy tan a favor de esto porque se siente abrumadoramente (como) que estamos listos para emprender acciones para apoyar aquello de lo que hemos estado hablando por el bien común”.
Rodríguez, de 41 años, nació en Puerto Rico, creció en Alabama y se mudó de Nueva York a Atlanta en 2009 para trabajar en teatro. Por ese entonces, los legisladores de Georgia aprobaron generosos créditos fiscales para películas, incentivos que generaron negocios, pero que también llevaron a que una huelga prolongada se sintiera agudamente allí.
“La economía de Atlanta se financia en gran parte con base en las exenciones de impuestos del cine y la televisión”, dice ella.
Rodríguez se siente financieramente segura, en gran parte gracias a su paso por dos temporadas en “The Blacklist”, las regalías que le da el canal y los papeles que el programa le han ayudado a obtener desde entonces.
Pero dice que fácilmente podría haber estado en la misma situación que muchos de sus colegas actores que están a punto de perder su seguro de salud, sin poder ganar lo suficiente en los últimos meses para ser elegibles para los planes de seguro del Sindicato de Actores de la Pantalla-Federación Estadounidense de Artistas de Radio y Televisión (SAG-AFTRA por sus siglas en inglés).
¿QUÉ SIGNIFICARÁ PARA LA ACTUACIÓN?
El padre de Amari Dejoie no quería que ella se dedicara a lo mismo que él en el entretenimiento. “Nunca lo hacen”, bromea.
Pero a Dejoie, quien creció en Los Angeles, le entró el gusanillo y comenzó a dedicarse a la actuación y al modelaje a los 17 años. Ahora, con 30 años, estudia actuación, paga 400 dólares al mes por clases y acepta cualquier trabajo secundario que pueda, incluido trabajar como extra. Ha aparecido en videos musicales y en eventos como modelo de stand. Está considerando un trabajo de camarera para salir adelante durante la huelga.
“Mi papá formó parte del SAG en el pasado y sus regalías pagaron una casa”, dice Dejoie, quien estuvo en los mítines en Los Angeles la semana pasada. “Es el mismo negocio y (sin embargo) ahora es completamente diferente”.
Su padre, Vincent Cook, fue doble de boxeo de Will Smith en “Ali” y tuvo un papel en “B.A.P.S.”, con Halle Berry. “Él no era un personaje principal, pero sus pagos residuales eran geniales y todavía lo son”, dice Dejoie, señalando que recientemente, luego de pasar por un problema de salud, su padre descubrió que el SAG tenía un cheque esperándolo. “Si depende del estudio, ellos no te van a buscar para pagarte. El SAG lo hará”, dice Dejoie.
A Dejoie también le preocupa cómo afectará la inteligencia artificial a la industria y su trabajo como extra, donde gana alrededor de 150 dólares al día para estar disponible para tomas de fondo. Los actores temen que los estudios quieran escanear sus imágenes y usarlas repetidamente después de pagar sólo un día de trabajo.
“Además, si no estoy presente en el plató, no estoy haciendo conexiones para otros trabajos”, dice Dejoie.
En términos más generales, la idea de que las imágenes de los actores se repliquen artificialmente la hace temer por el futuro de la industria en la que acaba de comenzar.
“¿Qué significará esto para la actuación?”, dice. “¿Acabo de gastar todo este tiempo y dinero en un oficio que algún día quedará obsoleto?”.