Deportes

Así se adaptan al impacto del cambio climático en los deportes acuáticos

Las temperaturas altas y los niveles de precipitación exigen medidas para asegurar la salud de los atletas y mantener apropiadamente las instalaciones deportivas

Universidad Sagrado Corazón
Universidad Sagrado Corazón (UAC)

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“Hace 10 a 15 años, no teníamos tantos problemas de temperaturas altas”, afirmó Ángel Muñiz, Director Atlético del University Athletic Club (UAC), una organización sin fines de lucro que promueve la práctica de deportes en el agua para jóvenes, particularmente como club de polo acuático.

Los datos validan a Muñiz. De acuerdo con el informe anual del Servicio Nacional de Meteorología (NWS), para el 2024 se reportaron temperaturas de al menos 90 grados Fahrenheit en el área de San Juan durante 182 días. Entre ellos, 50 fueron consecutivos.

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“Las temperaturas altas pueden ser contraproducentes para cualquier atleta”, afirmó Reynaldo Soler López, profesor del programa de Ciencias del Ejercicio y Promoción de la Salud de la Universidad del Sagrado Corazón (Sagrado). El docente resaltó cómo el calor hacía “bien difícil tolerar el agua” en las piscinas de la institución educativa, donde ahora practica la UAC, al sobrepasar los 93 grados Fahrenheit en algunos casos. Incluso, compartió que la temperatura del agua se mantenía a un nivel similar durante las noches.

Las altas temperaturas, vinculadas al calentamiento global, han provocado que la UAC tenga que enfocarse más aún en la hidratación y la nutrición de los jóvenes, promover el uso de productos para la piel y procurar sesiones de reposo para salvaguardar la salud y el rendimiento de sus atletas. Además, al considerar competencias a nivel internacional, Muñiz recordó que lo primero que comentaban atletas de otras regiones era la temperatura del agua.

Se suma la precipitación al problema del calor

La doctora Noemí Soto Nieves, catedrática auxiliar de la Escuela de Salud y Ciencias, y quien posee un doctorado en ciencias biomédicas, recalcó que “el gran reto” con el calentamiento global es la precipitación y la temperatura.

“Para cumplir con las regulaciones” en los deportes acuáticos, enfatizó, “se tiene que monitorear el pH, el cloro y otros químicos en la piscina”.

La precisión en los químicos y mantener “un pH casi neutro”, que no baje del nivel 7.4, es esencial para evitar la propagación de bacterias que perjudiquen la salud de los atletas. Según la doctora Soto Nieves, uno de los factores que puede incrementar este riesgo es la evaporación del agua en la piscina, lo que provoca que se desintegre el cloro y se degrade su calidad.

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Al tomar en cuenta la precipitación, la doctora explicó que el agua de lluvia es acídica, lo que afecta los químicos en las piscinas al aire libre. Esto se vuelve un reto, pues, en 2024, San Juan acumuló casi 80 pulgadas de lluvia, clasificando como el octavo año más lluvioso registrado.

“Una vez [la lluvia] altera las cantidades de cloro y el pH en la piscina, fomenta el crecimiento de hongos y bacterias”, dijo.

Lenisca Santiago, tesorera de la Junta de Directores del UAC, resaltó que también combaten este impacto “mediante la educación”. Procuran promover y coordinar consultas con médicos y profesionales de la salud para conocer las mejores prácticas y monitorear la salud de sus atletas.

Pero esas medidas particulares no son suficientes. Desde gastos en cloro hasta bombas de filtrado, la doctora Soto Nieves destacó que han surgido gastos adicionales vinculados al mantenimiento de las instalaciones en Sagrado, y que la necesidad de estos recursos incrementó con los años. Por otro lado, el profesor Soler López afirmó que “la universidad ha sido muy consistente en mantener ese servicio”, en ocasiones las visitas de mantenimiento llegan “tres veces a la semana”, a propósito de que “se cumpla con los estándares de la salud”.

Aeris Sánchez Correa es estudiante de Periodismo en la Universidad del Sagrado Corazón. Esta publicación es producto de una colaboración con el programa EntreMedios, de la Escuela de Comunicación Ferré Rangel. La historia fue publicada originalmente en La Península.

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